La violencia del 26, la paz del 11 de julio
Por Pedro Corzo – El Montonero
Hemos llegado al segundo aniversario de las protestas pacíficas protagonizadas por jóvenes cubanos el 11 de julio del 2021. Y estamos próximos, al aniversario 67 del sangriento ataque al cuartel Moncada, organizado y dirigido por Fidel Castro.
Las protestas del 11 de julio no tenían el objetivo de la toma del poder, como fue siempre la ambición de los hermanos Castro y sus acólitos, aunque es justo reconocer que las demandas de Libertad de esos jóvenes, que llevan más de dos años encarcelados, implican un reclamo mortal para toda tiranía.
El ataque del 26 de julio de 1953 fue el punto de partida para la destrucción de la República de Cuba. Lo que parecía ser una nueva revuelta en la convulsa historia de la nación, fue el inicio de una tragedia que ha demolido a los cubanos y al país, hasta sus raíces más profundas.
En realidad, fue otro acto violento de nuestra historia; quizás, el más mal planeado y peor ejecutado, bajo el comando de un pandillero particularmente ambicioso con ínfulas mesiánicas, que nunca reparó en perjuicios por tal de lograr sus objetivos. Sin dudas, el ataque al reducto militar transformó a Fidel Castro, en una especie de vedette del culto a la violencia en la Isla y en el extranjero. Vertiginosamente dejó de ser un gánster universitario de pistola al cinto, para convertirse en el adalid de todos los que querían hacer justicia, para ellos y a su manera.
Desgraciadamente para Cuba y el hemisferio, Fidel Castro, aunque fracasó como gobernante, triunfo en sus propósitos de flautista encantador de serpientes, porque logró, que numerosas personas le siguieran y hasta impusieran su fórmula política de tomar el poder y conservarlo hasta la muerte. Para muestras, al menos cuatro botones: Hugo Chávez, Evo Morales, Nicolás Maduro y Daniel Ortega.
La seducción que las propuestas castristas ejercieron sobre sus partidarios nacionales y extranjeros no difiere en mucho de la que lograron sus maestros Adolfo Hitler, Benito Mussolini, León Trotski y Vladimir Lenin. Sin importar la ideología que cada uno de ellos promoviera, siempre encontraron sujetos ávidos para implementar sus delirios que siempre han resultado en más violencia, destrucción y muerte.
Es cierto que el ataque al Cuartel Moncada y la expedición del Granma fueron un rotundo fracaso. Además, la guerrilla en la Sierra Maestra, la supuesta invasión hasta Las Villas y el ataque final a un tren falsamente blindado, han sido gestas sobredimensionadas. Debemos reconocer que los sobrevivientes del asalto, particularmente los hermanos Castro, impusieron un régimen que se acerca a los sesenta y cinco años y sobrevivieron a su constructor principal.
Es una gran verdad que el castrismo no tiene nada que enorgullecerse. Pero lamentablemente la historia de Cuba no podrá ser escrita sin hacer referencia al mandato de Fidel Castro, para muchos estudiosos, el ejercicio dictatorial más extenso de la historia.
La vuelta de Fidel Castro a la política fue consecuencia de la falta de identidad de propósito de otro dictador, Fulgencio Batista, quien decidió liberarlos a pocos meses de su encierro a pesar de haber causado la muerte de 18 de sus hombres y heridas a otros 28, de parte de los asaltantes fallecieron 9 y heridos 11. Según estas informaciones numerosos atacantes fueron ejecutados después de su captura, salvándose Fidel Castro y su hermano Raúl. La vida, al parecer, hasta para matar se incurría en indulgencias.
Paradójicamente los protestantes del 11 de julio, sin asesinatos a su cargo, recibieron sanciones muy superiores a la de Fidel que, siendo el responsable directo de decenas de muertes, fue condenado a 15 años de cárcel. Y solo cumplió 22 meses, sin que le fueran limitados sus derechos humanos.
Los resultados de las protestas del 2021, la sangre derramada, fue obra del totalitarismo. Son varios cientos de procesados y condenados; al menos 36 de ellos, a penas de entre 5 a 25 años de cárcel por el delito de sedición. Es otra fuerte evidencia de que la dictadura no cede voluntariamente sus prerrogativas; hay que arrancárselas, como escribiera el Titán de Bronce, Antonio Maceo: “ La libertad se conquista al filo del machete, no se pide; mendigar derechos es propio de cobardes incapaces de ejercitarlos”.
Honor a los jóvenes del 11 de julio.