Perú necesita paz y desarrollo
Por: Carlos Meneses
El Perú necesita paz y tranquilidad, especialmente en vísperas de Fiestas Patrias, fecha en la que se desarrollarán diversas actividades, luego de 4 años, no solo en Lima sino en todo el territorio nacional.
El Perú necesita paz y tranquilidad para lograr la ansiada reactivación económica e impulsar otros aspectos importantes para un desarrollo integral y sostenido.
Si logramos vivir en un ambiente de tranquilidad repercutirá en la imagen del país ante la comunidad internacional, promoverá la reactivación de la economía, estabilizándose además política y socialmente. Las autoridades de turno, del gobierno central, de los gobiernos regionales y locales, deben reconocer que la paz y la seguridad son condiciones previas no solo para el desarrollo sostenible, sino también que este es la vía natural de las sociedades pacíficas.
En un concepto amplio de convivencia sana y pacífica, abarca también lo político y militar, la economía y el medio ambiente, al igual que los derechos humanos y la democracia, es plenamente compatible con el progreso de todas las regiones del país.
Autoridades como el presidente del Consejo de Ministros, Alberto Otárola Peñaranda y la presidenta Dina Boluarte anunciar garantizar la seguridad y la integridad de todos los peruanos, ante las anunciadas movilizaciones ciudadanas.
El derecho a la protesta goza de amparo legal, pues es parte de un sistema democrático; por lo tanto, el compromiso del Gobierno debe ser proteger la integridad de quienes salen a marchar, pero también garantizar la paz y la tranquilidad de quienes no van a participar de estas acciones.
Es fundamental que las protestas sean pacíficas, con el fin de no afectar la marcha del país, que ha iniciado un proceso de reactivación económica.
El Perú requiere que las marchas sean pacíficas, que no se agreda a la Policía, que no se destruya la propiedad pública ni privada y que no se entorpezca las actividades en todo el territorio nacional. La violencia es una amenaza a la democracia, al Estado de derecho, a la institucionalidad, y no debemos permitirlo ni aceptarlo.