La realidad y el sueño
Por: Pedro Rodríguez Chirinos – Asociación Rerum novarum.

DOS MUNDOS

Podemos ver en el país que existen dos mundos, en uno se da un nuevo planteamiento de la abundancia, del desarrollo de lo económico, lo político y social. Mientras, en el otro se tiene que ver cómo salir de lo mismo de siempre, el día a día, la escasez en todas sus anchuras.

Hay familias que ya quieren pasar sus vacaciones en la Luna o tener propiedades en Marte. Esos nombres los podemos encontrar en Forbes. En cambio, hay familias que si poseyeran mala suerte tendrían algo, de ellas solo conocemos cifras y porcentajes. Ese es nuestro planeta llamado Tierra, de la cual venimos y a la cual volveremos.

Apreciamos con asombro que podemos tener una fábrica en la Luna, tal como se lo proponen nuestros amigos orientales o una colonia en Marte cual deseo a cumplirse de nuestros vecinos del norte. Pero a pesar de esos grandes avances seguimos inmersos en un eterno problema un “abismo social” que crece no solo en estos lugares, en otros también.

La sociedad humana está cada vez más dividida en dos clases: una, que es poco numerosa, la cual disfruta de casi todas las comodidades producidas por esta modernidad llena de bienes, comodidad, adelantos y aciertos científicos, mientras que la otra atiborrada de una multitud de habitantes que tratan de llevar el día a día, los cuales no tienen nombre y el cielo es su techo.

Es cierto que hemos avanzado mucho en estos últimos años, pero resulta que es insuficiente debido a que en vez de repartir se acumula y se suma, esperando que no tenga fin esa secuencia de bienestar. Son pocos, pero son, si ellos no hacen algo por los que son muchos, ellos que son muchos, no harán algo por los pocos.

Tenemos que tratar de no ahondar esa brecha. Eso es lograr que el cuerpo social, nuestra sociedad sea una con todas sus variantes. Eso es generar riqueza, pero ser justos al pagar los impuestos, y dar lo necesario, la subsidiaridad a los que realmente lo necesitan. No podemos dejarnos caer en la indiferencia de la riqueza, pero tampoco con una lucha de clases. Ambas son enemigas de la humanidad, una con el exceso de libertad y la otra una muerte de ella.

Todavía existen dos propuestas. Una economía “individualista”, la cual olvida o peca de ignorancia, el carácter social y moral de la economía. La libre concurrencia, dentro de ciertos alcances es justa e indudablemente beneficiosa, pero de exonerar a un poder mayor que es el Estado que la regule, es un funesto deseo. De ello, se puede ver en la experiencia de muchos años como el “capitalismo salvaje”, deshumaniza. Esta propuesta anula a los demás en la búsqueda del bien.

Mientras que la otra alternativa, “socialista” que surge de la búsqueda de la libertad. Luego de lograr ese ansiado fin, se convierte en una máquina que solo destruye la libertad y el deseo de ser mejores para uno y los demás. Esta propuesta anula la individualidad en la búsqueda del bien.

Ambas son funestas, se debe buscar el justo medio, como proponía Aristóteles. Este se refleja en algunas constituciones como la alemana o la peruana. En la primera una realidad, mientras que en la otra es un sueño que lograr. Se llama la Economía Social de mercado, la cual es solo dos principios y un resultado. La libertad y la equidad, dando la justicia y al final la paz social.

Si se aplicara en nuestra realidad realmente esos principios de libertad y equidad, no estaríamos dentro de la actual “dictadura económica”, que ha sustituido la libre concurrencia en el país, por empresas dominantes, las cuales determinan la vida económica, política y social del país. La libertad de mercado es una fuerza poderosa y creadora, de gran empuje, pero debe dirigirse sino se vuelve una maquinaria insensible que se alimenta de pobreza, a ello se llama, en medios y jerga económica  el costo social.

Para que sea provechosa a todos, esa fuerza, debe ser conducida y a veces frenada por un Estado y regirse con sabiduría. Puesto que una de las fallas de ese liberalismo, es que no puede frenarse a sí misma ni regirse. Necesita un contrapeso o un conductor. Debe ser guiada por principios mayores, nobles, que la guíen por caminos de progreso y de equidad. Llegando a la justicia social y al bien común tan deseado.

Lamentablemente, está y crece, la pobreza y la injusticia. Los cuales son un caldo de cultivo de la violencia. Esperamos que podamos quitar ese caldo de cultivo que es poderoso y dar la esperanza que podemos cambiar nuestro destino con leyes justas dadas en una democracia con principios de verdad, justicia y solidaridad.

Se necesita salir a una verdadera representación política, dos cámaras legislativas, una democracia representativa. Debe ser pronta esta solicitud atendida, sino, los que gobiernan actualmente están sentados en un tigre, que tarde o temprano serán devorados por la cabalgadura.

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