La descentralización olvidada
Por Carlos Meneses
Ante la proximidad de un cambio de gobierno que debe ocurrir dentro de los siguientes 24 meses es conveniente el surgimiento de partidos políticos de centro que estén dirigidos a restablecer un equilibrio interno en el que el trato igualitario se demuestre con la atención preferente a los postergados de ayer y siempre.
Al parecer nadie del Ejecutivo ni del Congreso se anima ahora a hablar si quiera de la descentralización que todos los peruanos hemos deseado desde que se instaló la República. El Perú reclama que se acuda a ella para restablecer un equilibrio entre Lima capital y el resto del país.
Por el contrario, son cada vez más afanosos los que quieren evidenciar que sólo en el Palacio de Gobierno y en el Parlamento se definen las políticas de todos los sectores y los destinos de los pueblos, especialmente, en lo que se refiere al maltrato que reciben el sur y la selva del país.
Debe recordarse que en Arequipa nació un partido político que se identificó con el descentralismo como manera de cambiar el estatus imperante y hacer justicia a las poblaciones abandonadas o descuidadas.
Por esa misma razón, Arequipa muchas veces se ha visto obligada a protestar y hacer de ella una causa de defensa de la población vulnerable, sólo para comprobar que el centralismo no nos ha hecho bien y que requerimos ahora más que antes que la democracia sea compatible con un trato igual para todos y no sólo para fortalecer a los que viven en Lima.
Todo tiene que decidirse en la capital de la República y aunque reconocemos la ausencia de liderazgos en las regiones o provincias, no podemos desconocer que Lima alberga a grupos de indeseables que practican delincuencia y además hacen del tesoro público lo que quieren.
El cambio debe llegar por necesidad y por conveniencia nacional y también el reconocimiento de que los gobiernos regionales y municipales representan a las mayorías nacionales postergadas tanto tiempo y maltratadas permanentemente.