EN LA VIDA “TODO ES TEMPORAL Y A LA VEZ ES ETERNO”
Por Juan Manuel Zevallos Rodríguez -Psiquiatra y Magister en Salud Mental del Niño Adolescente y Familia.

Hoy me desperté contemplando el cielo azul, sintiendo los rayos del sol en mi cuerpo, dibujando gaviotas en la arena de la playa y respirando la brisa del mar en toda la amplitud de mi pecho.

No creo que pudiera estar mejor. Pero estoy preocupado, el tiempo va pasando, siento todo este espectáculo maravilloso y de pronto las agujas de mi reloj de pulsera se han detenido, parece eternizarse este momento, me siento feliz y a la vez me pregunto ¿la felicidad puede ser eterna?, quizá nadie pueda darme esa respuesta y de seguro que la única persona en este mundo que tiene la respuesta a mi interrogante por el momento no me la dará. Me parece justo su actuar y es que, o sientes la belleza del mundo, o te pones a pensar en ella, por el momento he tomado una decisión, este instante de mi vida es maravilloso, debo desterrar cualquier vestigio de pensamiento de mi mente, solo debo de sentirlo, vivirlo, es mi responsabilidad, he avanzado por tantos caminos, he superado tantos obstáculos y ahora estoy aquí, contemplando este precioso amanecer en la playa, sí, ya sé que es otoño y que nadie viene a la playa, pero eso no es importante, lo que realmente importa es que estoy vivo, que estoy dibujando gaviotas en la arena de la playa y que el sol me va calentando en este mundo real e imaginario, luego volveré a pensar y a conversar conmigo y de seguro me repetiré esa pregunta que ha quedado sin respuesta ¿la felicidad puede ser eterna?

He vuelto al mundo de la razón por un breve espacio de tiempo (lo necesito), ahora son importantes el razonar y los cuestionamientos, el mundo de los sentidos por un momento descansa, ya me he alimentado de él y me siento bien, tengo plenitud en mis fuerzas, lozanía en el rostro, esperanza en las palabras y gozo en la sonrisa. ¿Cuán importante es dedicarnos unos breves minutos de la existencia?, ¿cuán importante es regalarnos el placer de disfrutar un espectáculo natural?

Pero ahora vamos a lo importante ¿la felicidad puede ser eterna? Ahora tengo la respuesta: ¡sí!

“La felicidad siempre ha sido eterna”, me responde la razón que está en calma, que no se ve agobiada por las circunstancias del mundo y que no se ve atormentada por aquello que llamamos problemas, obstáculos u oportunidades. La felicidad ha habitado el ser desde el momento mismo de la concepción y nunca se ha apartado de nuestro caminar o del descansar; la felicidad siempre ha sido la compañera infatigable de nuestro viaje por la humanidad, por las experiencias sociales, por el consumismo y la humildad.

La felicidad es el concepto más cercano al símbolo vida y es una en ella misma.

Pero muchos se han olvidado que vinieron a este mundo bañados en felicidad y muchos otros se han olvidado que este momento mismo su existencia esta bañada por su agua y luz. Alguien podrá decirme, ¿si ahora estoy llorando porque perdí a un ser querido cómo puedo decir que puedo ser feliz o lo que es más infame “decir que soy feliz”? La respuesta es simple, yo vengo y te digo ¿realmente has perdido a alguien que amabas mucho o realmente has perdido a alguien que amas mucho? La respuesta  es compleja, quizá no puedo verte con mis ojos físicos, pero me imagino que al mirarte en el espejo de la habitación en la cual estás, tu rostro luce desencajado, estás confundido o confundida, es lo mismo, pero nuevamente te digo ¡todo es sencillo! Detente un momento, cierra tus ojos por un instante, concentra tu pensamiento, no en estas palabras, sino en la persona que crees que has perdido, si logras concentrarte a plenitud podrás sentir que está ahí contigo, ¡nunca se ha ido y nunca se irá! Los seres que queremos, que amamos y valoramos, los seres con los cuales hemos crecido y vivido tantas experiencias no se irán, no se pueden ir, son parte de cada uno de nosotros; los cuerpos físicos se acercan y se alejan, pero la esencia de cada ser queda en uno; cuando un amigo te mira, su mirada queda en tu pupila, cuando un hijo te abraza lo más profundo de su afecto se queda también contigo, cuando tu pareja te besa todo su amor anida en tu ser y crece interminablemente.

Nadie se va, todos se quedan, recuerda “todos somos uno y a la vez cada uno de nosotros es un ser tan distinto a los otros”.

Las relaciones interpersonales comienzan en el mundo físico desde antes del nacimiento y desarrollamos con el paso del tiempo el concepto que “parecen también un día acabar”; si empiezas a creer en ello, esa será tu realidad más te digo ¿es bonito vivir una realidad con esas características?, de seguro que por todas las experiencias que te han tocado vivir puedas llegar  a la misma conclusión que he llegado, ¡no es bonito!, y es que no se puede sentir bienestar habiendo comprendido que todas las relaciones interpersonales que hemos creado puedan un día desaparecer. Hemos aprendido mal las lecciones de la vida, nos hemos dejado conquistar por la filosofía del existencialismo y de la posesión. Pensamos que la vida es aquello que podemos interiorizar a través de los sentidos y nuevamente caemos en error, esa es una parte de la vida, pero no lo es todo; el concepto de vida va mas allá del latido del corazón, del proceso de respiración en nuestros pulmones, del acto motriz óseo y muscular; va más allá de nuestro razonar constante.

Debemos recordar algo, el acto vida nace con la esperanza de que alguien va a nacer y se eterniza en el momento mismo que compartimos una experiencia con ese nuevo ser. En ese momento aquella persona que compartió sus minutos, días o años con nosotros nos ha dejado un regalo precioso aparte de los recuerdos gratos de su compañía, nos dejó también una fracción de su vida.

Por lo antes señalado puedo decir “que las relaciones interpersonales son temporales y eternas a la vez”.

¿Recuerdas el ejercicio que trabajaste hace un momento?, muy bien, esa es la mejor forma de demostrarte que la vida de los otros vive en tu ser y si extendiéramos el concepto entenderíamos que nuestra vida se eterniza en los recuerdos y en las vivencias que tuvieron los otros con cada uno de nosotros.

Ahora bien, solemos caer en el error de hacernos dueños de las personas que nos rodean. Pensamos o deseamos intensamente que aquellos a quienes “amamos” estén eternamente a nuestro lado. Razonar bajo los últimos preceptos causa daño, lastima a las personas, las priva de su libertad y nos genera, con el paso del tiempo, sentimientos de pena y de desencuentro personal.

No podemos encadenar a los seres que queremos a nuestro corazón o regazo, hacer ello significaría dos cosas: “no creer en ellos” y “matarlos poco a poco”. Y por qué digo que es un acto de agresión que mata, por algo tan básico y natural, uno de los bienes más importantes que tiene cada ser humano es la libertad y quitar la libertad a alguien es castigarlo de una forma inhumana.

Y es que el que ama, da libertad al ser que ama, el que ama es aquel que disfruta con los momentos de compañía del ser amado y es también aquel que le desea siempre lo mejor en los momentos de ausencia; actuar de otro modo demostraría egoísmo de nuestra parte y un espíritu mezquino.

Dar el regalo de la libertad es un acto que llena lo más profundo del ser humano de gracia y es una muestra de seguridad. Aquel que no deja ir, que detiene, que aprisiona o que limita lo único que hace es demostrar su falta de autoestima e inseguridad. Es una persona que no cree en sí misma, que depende de los demás para vivir. Es un ser que no ha entendido que al llevar a cabo dichos actos lo único que hace es desarrollar en su mente el concepto equivocado de felicidad basado en una posesión irreal. Y vivir así lo único que genera es desprotección y disgusto con el paso de los años.

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