La pobreza del debate político
Por Christian Capuñay Reátegui

El debate político en nuestro país es escaso o casi inexistente. No puede considerarse relevante la controversia respecto a si determinado personaje organizó o no una fiesta que luego terminó en actos de violencia. Pero nos hemos acostumbrado a que asuntos de similar tesitura dominen la agenda, no solo mediática, sino también la abordada en los propios foros políticos, postergando lo que debería ser la discusión de temas directamente relacionados con el bienestar de la población y el desarrollo nacional.

Un ejemplo: en un diario local hace pocos días la representante del Programa Mundial de Alimentos de la Organización de Naciones Unidas, Sarah Laughton, advierte que 1 de cada 2 peruanos se encuentra en la actualidad en una situación de inseguridad alimentaria. Además, sostiene que, de ese total, que equivale a la mitad de la población, el 3.5% está en inseguridad alimentaria crítica, es decir, no logran conseguir lo justo para comer.

Sin embargo, tal realidad, tan cruda como preocupante, no ha merecido mayor pronunciamiento de los sectores políticos. A ningún grupo parlamentario, por ejemplo, se le ha ocurrido convocar al titular del sector involucrado o a algún representante del Ejecutivo para que se pronuncie sobre el tema y explique qué se está haciendo con la finalidad de evitar que los ciudadanos de nuestro país, especialmente los más pobres, pasen hambre.

Menos todavía se discuten otros asuntos igual de relevantes, como el de la vulnerabilidad del país frente al cambio climático, la recesión que parece cernirse sobre la economía, o la posición peruana frente a sucesos de alcance internacional, como la actual crisis en el Medio Oriente, entre otros.

Nos hemos acostumbrado a que las correrías judiciales de ciertos actores políticos se consideren temas relevantes en la discusión nacional. Ciertamente, es importante que quienes traicionaron la voluntad de los peruanos aprovechando sus cargos en beneficio propio rindan cuentas ante la justicia, y que dichos procesos sean de conocimiento de la opinión pública. Sin embargo, no debemos considerar que este es el único tema capital para el país.

Los actores políticos que estarían llamados a plantear temas esenciales para nuestro desarrollo tienen, desgraciadamente, otra agenda, muy particular, y acotada al logro de pequeñas minucias en la lucha por el poder y, en la mayoría de los casos, parar salvarse de la acción de la justicia. Esto no cambiará en tanto los partidos políticos no mejoren y en tanto sigamos votando por los mismos personajes sin mayores credenciales profesionales ni democráticas.

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