LAS ETIQUETAS QUE PONEMOS AL MUNDO (PRIMERA PARTE)
Por Juan Manuel Zevallos Rodríguez – Psiquiatra y Magister en Salud Mental del Niño Adolescente y Familia.
El mundo allá afuera sigue girando, siguiendo el sentido de las agujas del reloj. Allá afuera el tiempo no se detiene, no puede, debe seguir inexorablemente avanzando, unas veces un poco más rápido y otras veces un poco más lento en virtud de la experiencia que te ha tocado vivir.
HOY CONOCI EN EL MUNDO GENTE MARAVILLOSA
El tiempo es eterno como ya lo sabes y al estar involucrados con él también estamos llenos de eternidad aunque nuestros actos se sientan temporales, sencillos y sin el menor valor.
Pensar que cada cosa, acto o experiencia que llevamos a cabo es insignificante es un nuevo error en nuestro constante proceso de pensar que no podemos permitir por nuestro propio bien que persevere en actos que lo afirmen.
Yo vengo y te digo:
¿Cómo se sentiría un ser humano al cuál día a día se le diga que no vale nada, que todo lo que hace está mal o que sus actos no tienen ninguna relevancia?
De seguro que se sentiría mal. De seguro que repetiría constantemente ¡soy un fracasado, soy un fracasado! y con absoluta seguridad puedo afirmar que esos pensamientos o palabras expresadas con sentimientos de cólera y frustración le ayudarían a sentirse peor.
El mundo social que nos rodea suele ser injusto con cada uno de nosotros por muchas razones y ya sea por envidia, favoritismo o mediocridad tratará inexorablemente de minimizarnos, humillarnos o quizá con un solo acto buscará desplazarnos del mundo del éxito mediático.
Que el mundo descrito anteriormente te juzgue de forma desagradable con el fin de desplazarte o generarte sentimientos de inferioridad de cierto modo “está justificado” ya que la gente que vive allá afuera vive confundida y muchos de ellos aún no han comprendido cual es su misión y responsabilidad con la vida. Pero juzgarte desfavorablemente y exponerte a un trato tan miserable que va en contra de tus capacidades desarrolladas y tus virtudes es realmente un acto de suicidio progresivo que no debe seguir desarrollándose.
¿Eres perfecto?, quizá no lo eres, pero yo te pregunto:
¿Tienes el don de aquel que nunca llegará a equivocarse?
¿Crees realmente en tu corazón que eres un fracasado?
Con la seguridad de que el cielo es azul y que el viento refrescará siempre el rostro te digo que tenemos la perfección de la equivocación en nuestro ser. Cada uno de nosotros goza del milagro de poder equivocarse día a día.
Pero, ¿cómo puede ser un don poder equivocarnos a diario?
Si pudieras entender por un momento lo maravillosa que es la existencia del ser humano en este hermoso planeta azul de seguro que no te sorprendería lo que te acabo de decir, pero si has perdido la capacidad de disfrutar los buenos momentos y de pronto le has dado un valor inconmensurable a las experiencias desfavorables entiendo tu desazón y comprendo tu dolor.
Sé que necesitas que se te expliquen muchos conceptos que el constante existir ha evitado compartir contigo y por eso te vuelvo a preguntar:
¿Cómo crees que sería la vida si nunca pudiéramos equivocarnos?
Por un momento nuestra vida de soñadores nos diría “sería lo máximo” pero tú que alguna vez has llorado por un fracaso y que te has alegrado por un triunfo basado en todo aquello que has aprendido de seguro que estarás inconforme con tu respuesta inicial. Si todos fuéramos buenos en todo y nunca nos equivocáramos entonces todos mereceríamos ocupar el primer lugar en todo, seríamos perfectos, no habría errores, no habría diferencias; seríamos física, emocional y hasta racionalmente iguales y no habría diferencias, no existirían errores.
Y yo me interrogo:
¿Si todos fuésemos perfectos, tendríamos también que ser iguales?
¿Podría ser considerado un error un tono de ojos distinto o los distintos colores de nuestra piel?
Muchos de seguro que han llegado a la conclusión que aquello que no tiene errores es “ideal, perfecto y hasta sobrenatural”.
Pero los seres humanos tenemos y no tenemos ese triunvirato de conceptos en nuestro interior.
Cada uno de nosotros en verdad es ideal, único e irreproducible, no hay dos seres iguales en la creación. Cada uno de nosotros tiene una vida con matices, conductas y alegrías diferentes. Tú y yo somos maravillosos porque podemos compartir ideas, puntos de vista, errores, fracasos, éxitos y gozos.
Ahora, si fuéramos perfectos, ¿qué podríamos compartir?, ¿solo los éxitos?, ¿si todos compartiéramos éxitos nuestros diálogos serían agradables?, probablemente solo diríamos ¡lo hice, lo hice y lo hice! y no quedaría más que decir. Nunca existiría un aprendizaje ya que aprender involucra equivocarse y alcanzar la realización.
Si todos fuéramos perfectos sencillamente no podría describir ese mundo porque sería una utopía, sería algo inconciliable con la naturaleza humana que tiene el regalo de la libertad en su interior.
Buscar la perfección es como buscar alcanzar al viento, quizá nos acerquemos a él en un momento, pero nunca lo podremos alcanzar.
Podremos buscar hacer algo de la mejor manera y eso es bueno, darte por íntegro por un acto o un sueño es un comportamiento para elogiar pero desdibujar tu vida por la perfección es echar a perder ese sueño.
Recuerda, tan importante es la meta como el camino que se recorre para alcanzarla. Pero más importante que la meta y el camino es disfrutar este precioso caminar.
Ahora volvamos a nuestro tema. Si no eres perfecto entones ¿por qué te juzgas de modo tan incorrecto y coercitivo?, o mejor dicho ¿por qué ese afán de humillarte?, ¿acaso no te basta con la injusticia del mundo para cometer tú también ese acto de deslealtad?
En vez de ponerte a contemplar tus errores y fracasos con esos lentes amplificadores deberías de evocar en silencio y esperanza tus dones, capacidades y aquella buena voluntad que siempre tuviste para cumplir las obligaciones que con cariño te has puesto a la espalda.
¡No te juzgues! Lo que te corresponde en esta existencia es algo básico y sencillo como todo, valorarte, es tu responsabilidad darte ánimos y regalarte palabras de afecto y entusiasmo.
Ahora vengo y te pregunto ¿cómo se sentiría alguien que desde el momento que se levanta hasta el que se acuesta se da apoyo constante y se anima a no desfallecer?
De seguro, que se sentiría mejor que diciéndose palabras despectivas.
Si todo lo que te dicho hasta el momento es cierto entonces:
¿Qué es lo que debieras de hacer cada día?
¿Cómo deberías de tratarte?
¿Lo que has estado haciendo contigo hasta el momento ha sido correcto o incorrecto?