El octavo mandamiento
Por Carlos Meneses

El ministro de Economía ha admitido que el Perú está en recesión y eso es muy grave cuando tenemos empleo insuficiente e informalidad manifiesta, peor aún si el descentralismo no asoma y las medidas de reactivación no son consideradas oportunas por los economistas del país y el extranjero.

En un país donde vive la mayoría de cristianos, 3 altos funcionarios de gobierno han evidenciado que mintieron a la población. Dos de ellos en viajes internacionales y un tercero tuvo que reconocer que estaba en falta al decirnos que acá no había recesión para justificar la situación que vivimos en lo económico y también en lo moral.

No dijo verdad la señora presidenta cuando reveló los propósitos de su viaje a Alemania y a Italia, tampoco lo hizo el señor Alberto Otárola cuando habló ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos asegurando que el gobierno quiere esclarecer la causa de los muertos que reclaman 60 familias que se enlutaron a principios del 2023.

Finalmente, el señor ministro de Economía tuvo que admitir como cierta la situación económica que confrontamos para conseguir que el parlamento le apruebe egresos fiscales para encontrar salida lenta y débil a lo que estamos enfrentando.

El pecado de mentir es mucho más grave cuando como consecuencia de estas malas acciones la ciudadanía se siente desengañada. Por qué se tiene que llegar a estos extremos, es la pregunta que todos se hacen y a la que no se tiene respuesta por parte de quienes gobiernan y se empeñan en negar no sólo la verdad, sino que viven en angustia por las dificultades que encaran sectores vulnerables y expuestos a la peor de las consecuencias.

El problema económico es uno de los más graves que afrontamos y no es menor el temor que sentimos ante el incremento delincuencial que se advierte en toda la República y que no tiene tampoco respuesta real y efectiva por acción de un Estado eficiente.

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