UN VECINO DEL BARRIO
Entre los vecinos del barrio donde estoy viviendo esta temporada hay varios adultos mayores. Uno de ellos es un señor que debe de estar por los ochenta años, alto, tiene principios de Alzheimer. Sus parientes lo han ubicado en el tercer piso, allí se desplaza, de un cuarto a otro, cuenta con patio y baño aparte. Está acompañado por tres perros, dos de ellos grandes y uno pequeño, son sus amigos, el chiquilín es el más juguetón. En el patio hay maceteros con diversas plantas, en una pared un armario de herramientas que él abre y cierra, buscando algo que no encuentra. Por la mañana y en los momentos que cree conveniente entra al baño a peinarse, se mira en el espejo y pasa un rato alineando sus cabellos. Se ocupa en arreglar las plantas de los maceteros, darles cuidados. También ayuda a colgar la ropa, ver si esta ha secado. Le gusta colocar los ganchos en filas, por colores. Al lavador del patio, los que velan por él, le han adherido una manguera especial que despide agua en chorros finos, eso lo distrae, le sirve para mantener limpia el área. Ocasionalmente baja al segundo piso, por unas gradas de metal tipo caracol, ahí en un salón amplio están su hija y su yerno, haciendo una y otra cosa. Los mira, se saludan, no le reprochan nada. Sube a su zona de confort, se va a la parte de atrás, agarra cosas, mira a un lado y a otro, ingresa a lo que debe de ser su cuarto, luego de quince a veinte minutos sale, va al baño y así la rutina. A veces su hija lo envía a comprar a la tienda, él es obediente, se pone su mascarilla y sigue las instrucciones que le dan. En su casa todos están ocupados, por ejemplo, su yerno, un hombre medio fornido, anda arreglando mesas, objetos, cortando fierros, rediseñando tramperas de pájaros, no está quieto. La casa de esta familia luce muy ordenada, agradable a la vista.