EN LA VIDA TENEMOS QUE FIRMAR UN TRATADO DE PAZ
Por Juan Manuel Zevallos Rodríguez – Psiquiatra y Magister en Salud Mental del Niño Adolescente y Familia.
Nuestro mundo interior suele vivir a diario un ambiente de conflicto, de tempestad y de guerra, nuestros deseos más profundos muchas veces entran en discordia con nuestra razón y la tiranía del tiempo nos lleva a fijar prioridades muchas veces elaboradas bajo la bandera de la ira y la depresión.
HOY CONOCÍ EN EL MUNDO GENTE MARAVILLOSA
Viajar con dicha conducta por los senderos de la vida genera inevitablemente en el viajero disconforme, falta de placer e inconformidad con las experiencias que se viven. Llevar tales atributos en la mente es como condenarnos infantilmente a no asistir a una reunión importante con la sola excusa de tener un berrinche por vanidad.
Es cierto, no somos perfectos pero esas imperfecciones, aquellas faltas o cargas negativas que venimos trayendo “de fábrica” son las causas por las cuales no podamos disfrutar la vida “a la perfección”.
Sí, solo aquel que ha visto nacer el sol dos veces en el oriente puede entender estas palabras. Solo aquel que haya podido experimentar el gozo de amar a plenitud por lo menos unos minutos podrá respaldar lo que he señalado. Tenemos muchas imperfecciones pero al ser aceptadas por uno como un acto de amor personal o por otros como un acto de desprendimiento nos lleva por un momento al cielo de la realización personal.
De seguro que para muchos debe de ser gratificante recibir afecto, para mí también lo es, pero recuerda algo, no es lo más importante, no es lo fundamental.
Tú y yo tenemos una tarea capital: “cultivar nuestra semilla de la felicidad y cosechar día a día los frutos de nuestro esfuerzo cotidiano”.
Para lograr regar dicha semilla necesitamos de toda nuestra entrega, necesitamos olvidar que somos imperfectos y de que el mundo muchas veces nos juzga de manera impropia.
Requerimos tener la voluntad y la fortaleza para establecer reglas claras de cómo debiera de ser nuestra conducta y a la vez debemos de mostrar afecto y cariño propio, tanto a la parte física como a nuestro cuerpo emocional, racional y espiritual. Debemos amarnos a plenitud y debemos de rechazar los conceptos “es que no lo merezco” o “es que no soy tan valioso como los demás”.
Eres valioso e importante, tienes todo lo necesario para hacer la tarea que se te ha encargado. No requieres de conocimientos supra personales ni de un estado de interiorización constante, solo requieres de tu tiempo, del afecto y de tus risas y lágrimas de amor.
Para avanzar en el camino de la vida deberás de recoger todos tus recuerdos para luego almacenarlos en una pequeña rendija de la memoria. Ellos son poco importantes para el logro que vas a alcanzar. El pasado es una sombra y el presente es la luz que muchas veces nos hace pensar que la sombra existe, pero recuerda, el sufrimiento es la sombra de la felicidad.
Aleja tu atención de la sombra, es solo una proyección, en sí misma no es importante salvo por el hecho que nos dice que estamos cerca de lo que realmente “es importante”, que es la esperanza y la felicidad, dos de los frutos más valiosos del árbol de la bondad.
Ahora piensa un momento en tu vida y, ¡haz las paces con tus recuerdos!, no debes pelearte con ellos, no te recrimines por las inoportunas decisiones tomadas o por los graves errores que cometiste siendo víctima de la inconsciencia y del miedo. Ahora todo eso es una sombra; si deseas puedes vivir con ella, casi en tinieblas, alejado de la luz del sol y desterrado a una vida de ostracismo. Si en algún momento de tu vida llegaras a renunciar a los regalos de la vida y te quedaras estático abrazando la miseria emocional de tu pasado de seguro que yo te diría: “hermano mío, mira tus manos, acércalas a tu cuerpo, siente la calidez de este abrazo, cierra los ojos y date cuenta de que algo distinto puede suceder, vamos, toma mi mano y levántate, aquí a lado vive el sol que alimentará tu cuerpo y tu esperanza; tú eres mi reflejo en el espejo de la vida y yo soy el tuyo, somos iguales y a la vez tan distintos, tú estás aquí, yo estoy ahí, los dos podemos estar del mismo lado de la orilla del río de la vida, solo necesito que creas un poco más en ti y sé que puedes hacerlo porque somos iguales, porque creemos en las mismas cosas y porque hemos vivido, aunque no lo creas, las mismas experiencias tan solo que tú te las has tomado un poco más en serio y yo un poco más en broma; ahora sonríe, lo estás haciendo bien, no debieras tener miedo por vivir de un modo distinto, más bien ten el valor de alejarte de la sombra de la postración y de la humillación personal; ¡no!, no debes de sentirte mal si has pasado más tiempo “en la sombra”, no es importante, lo realmente válido es este momento en que estás junto al sol y que tus ojos no pueden abrirse por el brillo en ellos del astro rey; hermano mío, has dado un paso fundamental en tu desarrollo emocional, estás del lado del jardín de la realización y estás envuelto en hojas de esperanza y en retoños de fe”.
Ahora sigamos avanzando en este proceso de reconciliación. Extraer el aprendizaje de las experiencias vividas es un hito capital en este proceso iniciado. No podemos darles la espalda a aquellos años intensos de autoaprendizaje. Lo mejor es aceptar con plena confianza cada acto como un logro, como una acción destacada, tanto aquellos actos que nos embargaron de alegría plena como aquellos que nos llevaron a sentir que la vida estaba construida por ladrillos de ruina.
Estar en paz con nuestro pasado es un requisito a cumplir cuando suscribes el pacto de no agresión que estamos llevando a cabo por alcanzar nuestro encuentro personal.
La mejor manera de no sentirnos lastimados por las experiencias poco afortunadas que nos tocaron vivir es agradecernos y a la vez agradecer a aquellas personas que hicieron poco o mucho porque dichos momentos existieran, ya que gracias a sus actos y a nuestros pensamientos logramos engrosar nuestras fortalezas. Recuerda, los eventos emocionalmente funestos alimentan el tronco de la vida que con el tiempo dará hojas, flores y frutos de amor.
Si no existieran los desafíos en la vida, ningún ser en la creación pudiera desarrollarse y alcanzar la plenitud de su existencia. Los desafíos te ponen a prueba, te llevan a sacar lo más profundo y lo mejor de tu ser y te elevan al nivel de la realización emocional y racional.
Ahora que has dejado de llamar “funesto a tu pasado” y que has firmado esa alianza de gratitud contigo y con los seres que de modo consciente o inconsciente te dieron el regalo de la fortaleza que actualmente tienes pasa al siguiente nivel de desarrollo, alégrate, tu vida será un oasis en medio del desierto de la frustración social.
Para gozar tu vida debes de recordar que eres un todo y que en esa totalidad está la base de tu felicidad. No agites las alas del miedo, más bien extiende las manos del compromiso personal. Agradece todas las oportunidades que tienes a diario por lograr tus sueños, aliéntate con palabras nobles recordando que has alcanzado tantas metas y que aún puedes alcanzar más. Y es que el que hizo poco podrá hacer mucho y el que hizo algo siempre podrá hacer más.
Alégrate plenamente con cada caída y recoge en el polvo del sufrimiento el aprendizaje fundamental para que no te vuelvas a tropezar.
Ve cómo fluyen las oportunidades de gozo constante ante tus ojos, sumérgete en sus aguas y refréscate con la dicha de la realización constante.
Eleva siempre la mirada al cielo y desarrolla permanentemente tus capacidades, virtudes y noblezas.
Recuerda, eres un ser de bien que ha venido a este mundo para descubrir su naturaleza de bondad y para regalar ese encuentro personal a todos aquellos que te rodean como un acto de entrega continuo enmarcado en un ambiente de compresión y solidaridad.