La izquierda tendrá que seguir gobernando bajo Constitución de 1980

Por Carlos Hakansson

NADIE SABE PARA QUIÉN TRABAJA

El rechazo al proyecto de Constitución chilena, en el plebiscito confirmatorio del pasado domingo 17 de diciembre, terminó siendo un duro golpe para sus promotores. Al fallido proyecto refundacional de 2022, le siguió el actual que fue despreciado por sectores políticos opuestos al principio de subsidiariedad del Estado y la autonomía del Banco Central. La victoria del rechazo ratifica la actual Constitución de 1980. Los ciudadanos no quisieron un texto refundacional, ni tampoco otro con ajustes, concesiones y novedades; cada uno fue un proyecto constitucional de una parte del país, sendos resultados que han reivindicado la actual Norma Fundamental. La experiencia histórica nos recuerda que la Constitución ideal es la menos mala, no la perfecta.

El proyecto constitucional rechazado contenía disposiciones que minusvaloraban la meritocracia, tras una errónea concepción del principio-derecho de igualdad, a la vez que reconocía un Estado Social de Derecho. Si bien se trataba de un texto menos radical que el rechazado en 2022, no carecen de polémica las instituciones complementarias de control y supervisión que podrían erosionar las democrático representativas. El 55,8% de rechazo es la suma de los votos de la derecha, centro e izquierda contra el proyecto, lo que trae como consecuencia su preferencia por mantener la Constitución de 1980.

Sin embargo, el presidente del Partido Comunista (PC), Lautaro Carmona, sostuvo que no habrá otro proceso constituyente “durante el mandato presidencial”; una peligrosa declaración tras cuatro años de incertidumbre y clima polarizado desde octubre 2019. La lideresa del Partido Socialista (PS), Paulina Vodanovic, sostuvo que el fracaso del proyecto fue porque “no logró la unidad” y responsabilizó a los partidos. Para Javier Macaya, líder de la Unión Democrática Independiente (UDI), queda zanjado cualquier otro momento constituyente con intensiones refundacionales. La misma postura tuvo Rodrigo Galilea, el líder de Renovación Nacional. Carolina Leitao, vocera del Comando Ciudadano “En contra”, tomó una postura intermedia tras sostener que, si bien se cierra el proceso constituyente, no significa dejar de luchar por el avance de las políticas públicas en beneficio de todos.

La Constitución de 1980, texto de la transición democrática, institucionalidad y crecimiento económico durante 43 años, con importantes reformas durante la presidencia de Ricardo Lagos (2004), seguirá en vigencia y probablemente con futuras nuevas reformas. La paradoja que nos trajo el plebiscito es la siguiente: por un lado, si bien el partido republicano condujo con mayoría el proyecto que fue rechazado, ganó con la continuidad de la Carta de 1980; por otro, si la izquierda del partido oficialista ganó con el triunfo del rechazo, perdió teniendo que gobernar bajo la Constitución de 1980. Nadie sabe para quién trabaja.

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