EN EL CIELO DE LOS SENTIMIENTOS SOLAMENTE HAY ESTRELLAS
Por Juan Manuel Zevallos Rodríguez – Psiquiatra y Magister en Salud Mental del Niño Adolescente y Familia
Cada persona que ha caído en los lagos profundos de la desesperanza y del disvalor de la vida y que ha continuado su marcha por los caminos de la vida es un triunfador, aunque muchas veces se niegue a creer en ello.
HOY CONOCÍ EN EL MUNDO GENTE MARAVILLOSA
Cada ser humano que ha sido destrozado por eventos emocionales inenarrables y que ha decidido no abandonar esta vida, pese al dolor de sus heridas, es de por sí alguien muy especial de quien yo quisiera aprender tantas cosas.
De seguro tú, que estás leyendo estas páginas y que identificas tu historia de lágrimas con este relato quizá te atreverías a decirme, “aún el fantasma de la muerte ronda por mi mente, no soy un valiente, no soy un modelo a seguir; he causado mucho dolor con mis actos y más bien soy un cobarde por no haberme alejado de los prados de la existencia hace mucho tiempo atrás” y de seguro que también me dirás, “no comprendo lo que dices y tampoco puedo llegar a comprender por qué haces esto ¡la vida no es justa!, dime ¿por qué me tuvo que pasar a mí todo eso?, ¿por qué tanto dolor, por qué tanta infamia?, la gente mala debería de estar muerta y esos desgraciados que lastimaron mi cuerpo y mi mente no debieron de haber existido nunca, jamás”.
Quiero decirte que comparto tu dolor, lo respeto y a la vez tengo fe en que los tiempos de tormenta emocional pasen.
Alguna vez alguien me dijo, “Dios te pone aquellos obstáculos que él sabe muy bien que puedes superar”.
Has avanzado una parte importante de tu vida y doliente y cabizbajo has proseguido tu recorrido, aunque muchas veces lo has hecho hasta de rodillas. Eres un ser humano lleno de valentías y fortalezas que ha enfrentado consciente e inconscientemente mil y un desafíos, y mírate, ¡estás aquí y estás aquí porque tienes fortaleza, porque tienes tiempo y porque eres un ser de amor caminando un sendero llamado felicidad!
El fantasma de la muerte estará siempre pendiente de nosotros, es parte del proceso del existir, pero la vida es todo y la muerte es nada. Ahora estás en el lado de la luz, ya no es tiempo de llorar, las penas son parte del pasado y “son solo una sombra en este hoy”. Debemos de agrandar nuestro amor personal, es el mejor mensaje y el mejor de los regalos que podemos entregar a diario.
El diálogo personal debe imponerse en nuestra reflexión diaria, la vuelta a la infancia es una necesidad que no debemos ignorar y la ingesta de agua de esperanza una prioridad impostergable en este presente de reencuentro de emociones y descubrimientos de tantos conceptos valiosos que llevamos en el interior.
Es hora de levantarnos y de creer que no existirá otro obstáculo más en el mundo que nos lleve a postrar el rostro en el suelo polvoroso del desierto del lamento y la desolación.
Hemos pasado lo peor, ahora vendrán las emociones cargadas de afecto positivo, los regalos de bienestar y los compromisos duraderos. Solo aquel que llegó al extremo del dolor será capaz de llegar sin mucho esfuerzo a la cima de la dicha y felicidad. Todo en el mundo funciona en base a un equilibrio, ¡no todo puede ser malo, no todo puede ser bueno!, ¡no todo puede ser sol, también nuestros ojos necesitan oscuridad para poder ver!
Ahora hay que reeditar la mente. Debemos centrarnos en los momentos de luz de la existencia, no debemos de darles tanto valor a los momentos de dolor, debemos de evocar los instantes siguientes, aquellos en los cuales sacamos fuerza de donde no había. Estos últimos momentos son los más importantes de nuestra vida, son aquellos que nos hablan a gritos ¡tú puedes, siempre has podido y siempre podrás enfrentar las adversidades!
Pudiste enfrentar tu encuentro con la muerte cercana, el desafío cruel de seres humanos confundidos y la adversidad del silencio llorando incesantemente en la habitación de tu casa y hoy estás aquí para volver a nacer, para deshacerte de las cadenas de tu pasado y para contar las estrellas del cielo y para dibujar imágenes en su faz.
¡No, tu historia nunca ha sido gris!, tu existencia es el modelo perfecto de la superación diaria y del amor inmenso por la vida, aunque por momentos te niegues a creer en ello. Estás vivo porque nunca renunciaste a existir y es cierto, muchas veces tu mente se obnubiló por el dolor, pero al final siempre brilló la luz de la esperanza en tu ser.
Creo en ti y ahora debes valorar tus sueños y fortalezas. Contempla a gusto las estrellas del cielo y deja de juzgar como medio vacío aquel recipiente que es tu vida porque yo lo veo casi lleno y digo “casi lleno” porque aún te faltan por vivir muchas experiencias cargadas de optimismo y compromiso personal por la vida.