Educar en un mundo diverso
Por: Jorge Aliaga Gutiérrez – Profesor de la Escuela de Educación de la Universidad Católica San Pablo
Hoy en día, se reconoce que los estudiantes de nuestro medio muestran con mayor fuerza una particular atención a la “diversidad”, que se ha constituido como un elemento crucial dentro del campo formativo. En nuestra sociedad, rica en elementos culturales, lingüísticos y socioeconómicos, el desafío de educar con estrategias adecuadas toma el matiz no de dificultad, sino de oportunidad trascendental para colocar las bases que orienten a la comunidad en la práctica de la equidad y la prudencia. Es necesario reconocer la diversidad como un elemento constructor, no como algo decreciente ante un desarrollo esperado.
Dentro de la educación peruana, formal e informal, se evidencian las distintas realidades que enfrentan los estudiantes, como parte de ese mundo complejo y difícil de entender. Tanto en las ciudades desarrolladas como en las poco favorecidas, se observa heterogeneidad, esto es innegable. Entonces, es esencial reflexionar sobre la aplicación de estrategias pedagógicas, desde un enfoque diverso e inclusivo que respete y valore las diferencias, pero que, a la vez, lleve a pensar en la unidad. Como lo diría San Juan Pablo II, en la audiencia del 28 de junio de 1995: la legítima diversidad no se opone de ningún modo a la unidad. Podemos afirmar que la diversidad no debe ser tolerada, sino orientada de manera correcta.
Es transcendental reconocer y analizar las demandas existentes evidenciadas en los diversos escenarios y proponer medidas, novedosas o tradicionales, que logren una educación basada en el trabajo de la diversidad, partiendo del autoconocimiento de uno mismo, y así llegar a comprender verdaderamente nuestra variedad social.
La capacitación en métodos adaptativos y la comprensión de la inclusión cultural se deben reflejar en los planes de estudio, así como en la creación de ambientes educativos que fomenten el respeto y la unidad. Son algunos pasos que se deben seguir fomentando para demostrar que sí es posible transformar los desafíos en oportunidades de formación, acatando la idea de Chesterton: El fin de tener una mente abierta, como el de una boca abierta, es llenarla con algo valioso.
Es necesario distinguir la importancia de la diversidad en la formación de los miembros de una familia, asimismo, es fundamental que los miembros de una comunidad se muestren conscientes y respetuosos. Una verdadera educación, asumirá la diversidad no sólo para formar a los estudiantes a fin de que puedan caminar en un mundo globalizado, sino que también apoyará en la construcción de una identidad personal y social fortificada, que demuestre ser unida y diversa a la vez.
La diversidad en la formación y educación de nuestra sociedad no debe ser considerada como un problema que genera retraso, sino como una característica que enriquece el proceso de formar al individuo. Reconocemos que podemos edificar una educación que refleje la verdadera riqueza y unidad de nuestra sociedad diversa, en la cual encontramos no sólo desafíos, sino también la solución a grandes males que aquejan a nuestra nación.