SCHLIEMANN Y LA TROYA DE HOMERO
Heinrich Schliemann, realizó uno de los mayores descubrimientos de la historia, un descubrimiento de gran importancia para la cultura occidental, de modo particular para la literatura griega, especialmente para la poesía; un descubrimiento estrechamente relacionado con la obra fundacional de la literatura occidental, La Ilíada de Homero.
Por Julio Lopera Quintanilla. (*) – Centro Cultural Unsa.
Johann Ludwig Heinrich Julius Schliemann nació una fría noche de invierno, en Neubukow, Ducado de Meckleburgo, (Alemania) un seis de enero de 1822. Su padre fue un humilde pastor protestante que tenía una gran pasión por la historia; siendo niño, Heinrich, recibió en la Navidad de 1829 un presente de su padre, La Ilíada de Homero; el libro lo impresionó muchísimo, sobre todo por las ilustraciones, de modo particular, le llamó la atención una figura en la que se podía ver a Eneas con su padre Anquises y su hijo Ascanio huyendo de Troya. El libro y la imagen marcaron su vida, sus sueños y también su destino.
La infancia de Heinrich, no fue, sin embargo, feliz; porque el padre bebía mucho, tenía una relación con la criada, golpeaba a la esposa y finalmente entregó sus hijos a sus hermanos los cuales se hicieron cargo de ellos, en unos casos con amor y mucha voluntad, en otros casos con menos afecto. Heinrich fue el noveno hijo, tuvo que comenzar a trabajar muy joven, teniendo una jornada laboral muy larga, no pudo estudiar.
Heinrich Schliemann tuvo que hacer fortuna para poder salir a la búsqueda de sus sueños. Con tan solo veinte años entró a trabajar a la casa comercial Schröder. En 1846, se casó con la aristócrata rusa Ekaterina Petrovna con la que tuvo tres hijos: Sergei, Natalja y Nadescha. El matrimonio no duró muchos tiempo. En 1846 la firma lo envió a San Petersburgo y a Moscú, allí se independizó como comerciante, más adelante, embarcó rumbo a Venezuela, pero el barco en el que viajaba naufragó cerca de los Países Bajos. Schliemann se salvó con otros compañeros de viaje en el bote salvavidas.
En la ciudad de Ámsterdam, Schliemann fingió estar enfermo, para que lo llevaran a un hospital, allí recibió la ayuda de un amigo de Hamburgo que trabajaba como agente naviero. Poco tiempo después, recibió la ayuda del Cónsul General de Prusia, comenzó entonces a laborar en una compañía donde sellaba letras de cambio y llevaba y traía cartas del correo.
Con trabajo y esfuerzo, en 1846, el alemán llegó a tener una empresa que vendía polvo de oro, posteriormente adquirió una gran fortuna; luego de algunos viajes de negocios marchó a California (Estados Unidos) donde heredó la concesión de un hermano fallecido, se hizo banquero y acrecentó su fortuna. Más tarde víctima del tifus regresó a Alemania.
En 1886, después de trasladarse a París, inició sus estudios en Ciencias de la Antigüedad y Lenguas Orientales en la Universidad de la Sorbona. Por esos años adquirió un ingenio azucarero en Cuba que rendía muy buenos dividendos.
Las experiencias intensas de un viaje que realizó a Pompeya, hicieron que se planteara una interrogante, ¿sería cierto que un día, hacia miles de años, una mítica coalición griega emprendió una expedición marítima rumbo a Troya para rescatar a Helena de su cautiverio en manos de los habitantes de la legendaria ciudad de gigantes murallas?
Schliemann viajó, poco tiempo después a la isla de Ítaca, allí contrató algunos hombres para realizar pequeñas excavaciones en las que consiguió escasos hallazgos. Después de estar en Micenas, cruzó el estrecho de los Dardanelos y recorrió a caballo la llanura de Troya. Más adelante conoció a Frank Calvert, cónsul británico y arqueólogo aficionado, quien era propietario de la mitad de la colina de Hisarlik (Turquía) donde según los historiadores y arqueólogos de la Antigüedad se encontraba la mítica Troya.
En 1869, Schliemann se divorció de Ekasterina Petrovna su primera esposa y se casó en segundas nupcias con la joven griega, Sophia Egastromenos, como requisito para casarse con la muchacha el alemán exigió que la novia recitase de memoria La Ilíada de Homero en griego clásico, la novia de diecisiete años recitó con talento y brillantez los versos homéricos y Schliemann plenamente satisfecho le propuso matrimonio. Con su segunda esposa tuvo dos hijos, una niña y un niño a los que puso nombres de personajes de La Ilíada: Andrómaca (1,871-1,962) y Agamenón (1,878- 1954) Los dos fueron muy inteligentes y amaron a sus padres entrañablemente.
En 1879, el romántico Schliemann empezó a escavar las ruinas de Troya. Clavert siete años antes de la llegada del arqueólogo alemán realizó las excavaciones preliminares y le dijo a Schliemann que la colina de Hisarlik en el estrecho de los Dardanelos era el emplazamiento de la legendaria Troya. Sería el alemán quien descubriría el tesoro de Príamo.
Poco tiempo después, Schliemann con la Ilíada a la vista realizó grandes descubrimientos en Micenas, la antigua ciudad cuyas murallas construyeron los colosales cíclopes; el arqueólogo hizo estos descubrimientos en una época en la que solo se conocían de la ciudad de Agamenón la Puerta de los Leones y la Tumba de Atreo.
El arqueólogo alemán consiguió del gobierno de Grecia el derecho exclusivo de investigar en Micenas y de informar sobre las excavaciones a cambio de asumir él mismo los gastos y de entregar todo lo que encontrara.
En las excavaciones de Micenas, Schliemann encontró cinco tumbas en el interior de un recinto, dentro del mismo, se encontraban 20 cadáveres vestidos con ricos ajuares funerarios con muchos objetos de oro, bronce, marfil y ámbar. Encontró también sellos con grabados de escenas religiosas, de luchas y de caza y también la llamada máscara de Agamenón.
En 1880, Schliemann escavó en Orcómeno, donde encontró un tipo de cerámica que el arqueólogo llamó cerámica minia. El alemán encontró también una tumba de la época micénica.
Entre 1882 y 1884, Heinrich Schliemann junto con el arqueólogo alemán Wilhelm Dörpfeld regresó para escavar en Micenas de nuevo, pero esta vez hacerlo a mayor escala; en esa ocasión desenterró un palacio micénico de gran tamaño.
Llegada la hora de realizar las últimas campañas en Troya, Heinrich Schliemann, el hombre que vivió para la realización de un sueño, volvió a pisar los suelos de su amada Troya, la milenaria ciudad de Príamo, padre de dos príncipes: el romántico Paris y el valiente Héctor.
En la colosal aventura se tuvo que afrontar varias dificultades y varios problemas de salud como las graves consecuencias de la malaria y la falta de experiencia que hicieron que la constante en este proceso fuera el ensayo y el error; pues los hallazgos de diversas piezas de cerámica descubiertas hicieron creer a Schliemann que en la segunda capa de tierra estaba la Troya Homérica, pero más tarde con la Ilíada en mano pudo percatarse que la ciudad de Príamo estaba en la sétima capa. Encontró en esta ocasión el llamado tesoro «L» que consistía de cuatro hachas ceremoniales que el arqueólogo alemán traslado de Turquía a Grecia ilegalmente.
El gran Schliemann con el descubrimiento de Troya consiguió el objetivo supremo de su existencia y después de las últimas investigaciones realizadas, Heinrich Schliemann consiguió que el gobierno de Turquía le concediera una gracia muy especial; conservar de por vida el Tesoro de Príamo.
El famoso arqueólogo escribió: Autobiografía (1892), La China y el Japón (1864), Ítaca, Peloponeso y Troya (1868), Antigüedad de Troya (1874), Ilión (1879), Orcómeno (1881) Troya (1883) Tirinto (1886) sus interesantes obras son un gran aporte para el conocimiento de la cultura griega.
El arqueólogo falleció en Atenas la noche del 26 de diciembre de 1890, víctima de una infección en el cerebro que se originó por una enfermedad en el oído. Fue enterrado en el Proto – Nekrotafio o Primer Cementerio. Encima de la tumba hay un busto del alemán y una placa que reza “Para el héroe Schliemann”. En el relieve del friso están relatadas gráficamente sus famosas excavaciones.
Schliemann construyó una casa según el estilo arquitectónico de los antiguos griegos y troyanos donde vivió con su esposa hasta el final de sus días. Su esposa vistió a la usanza de los griegos y llevó las joyas de Helena de Troya hasta su muerte.
DATO
Schliemann aportó grandes descubrimientos que fueron de gran utilidad para la historia y la literatura del mundo occidental. ¡Viva Schliemann, el gran descubridor de la Troya Homérica. Viva el hombre que vivió para la realización de un sueño!