Luis Palao y la luz panteista de las formas
Por Alfredo Quenta
La mañana del 22 de marzo la noticia del fallecimiento del pintor arequipeño Luis Palao entristeció a la comunidad vinculada a la cultura y al arte, amigos y otros que tuvimos la oportunidad de verlo, escucharlo, valorarlo, admirarlo. El día anterior él había dejado este mundo, la triste noticia estuvo en el círculo más cercanos de sus vínculos afectivos.
Palao vivió errante, marginal por decisión propia, lejos del mundo urbano del cual decidió marcharse y no volver más. Nunca estuvo dispuesto a cederle algún espacio u argumento, menos a tolerar el estilo y forma de vida confortable y de ocio del consumismo destructivo que se da en la ciudad.
Su técnica prolija, rotunda, de identidad y belleza, de luz resplandeciente, divina, de deidad y admiración, ha contextualizado una estética inconclusa, utópica, del indigenismo, que él supo interiorizar ya no como una corriente artística, sino como un espacio geográfico del hábitat del hombre que vive en las alturas, al cual supo amar y respetar en una convivencia difícil de cercanía y distancia.
El espacio geográfico del ande tiene un paisaje de belleza natural única, de valles interandinos, de nevados; y lo mismo la vida de los pueblos y sus costumbres ancestrales. La accidentada geografía del país nos ofrece gran gama de paisajes en sus diversas latitudes y pisos ecológicos. Para Mirko Lauer es “la experiencia histórico visual de nuestros pueblos”.
La cosmovisión y las diversas manifestaciones populares culturales del folklore, los hábitos y costumbres en la serranía, el vínculo del hombre y la naturaleza, son de alguna manera herencia del arte precolombino, atesorada por el movimiento indigenista y su mirada hacia el interior del país, particularmente su “reencuentro con el pasado milenario del Perú”. Según Francisco Stastny, ello significó en las artes un aporte e hito importante de la historia de la pintura peruana. El aporte en la creación pictórica y la revaloración de las raíces ancestrales de José Sabogal fue determinante, pionero de la identidad peruana, mentor del indigenismo en la plástica nacional.
La peregrinación a las alturas del Apu Ausangate en Cusco y la festividad de Qoyllur Rit’i representan al pasado y a los orígenes culturales con sus costumbres sincréticas como temática en las artes plásticas. Y en la actualidad, sin temor a equivocarme, creo que aún se mantienen vigentes.
El desarrollo del proceso creativo de Palao radica en los orígenes mágico religiosos del hombre andino autóctono, así como en la técnica de la texturización táctil de las formas a partir de la línea del dibujo, y en la concepción espacial de sus estructuras y del color, tanto en la acuarela como en el óleo.
La paleta de color de Palao es limitada y similar a la de los antiguos peruanos: ocre amarillo, rojo ocre, gris y marrón oscuro, y el blanco en términos quechuas, para los pobladores y artesanos del ande: el q´omer, anqhas, yana, chumpi, q´illu, puka. Y en la gama propia de Palao el ocre amarillo, siena tostada, tierra de sombra tostada, básicamente, y en algunas ocasiones el azul de cobalto; colores que están más ligados a la naturaleza y por consiguiente a sus significaciones respectivas.
La obra de Luis Palao nos aproxima al estudio de la belleza del poblador en el ande, a la metafísica de sus manifestaciones culturales religiosas. Sus propuestas artísticas en técnica y composición están ligadas a la tradición del arte y los grandes maestros del Renacimiento, así como también a la obra de Jorge Vinatea Reynoso y a la de Francisco Gonzales Gamarra en Perú.
El realismo de sus obras, con sus particularidades, no deja de tener influencia del Romanticismo que lo antecedió no solo como movimiento artístico sino también como una interiorización de la realidad peruana del ande, haciendo suyo el espíritu del indigenismo.
La luz cenital de gran parte de sus obras nos aproxima de una manera divina a la devoción religiosa sincrética de sus personajes. Al revalorizar el mensaje en sus propuestas, lo considero panteísta, porque es conocido que el panteísmo es una concepción del mundo y una doctrina filosófica según la cual el universo, la naturaleza y la deidad que los monoteístas llaman Dios son equivalentes.
La importancia de Palao en la plástica peruana es absoluta. Su gran esfuerzo y dedicación a la pintura nos ha legado una obra muy importante. Palao ha partido de este mundo y nos ha dejado un sin número de valiosas obras en museos, galerías y colecciones particulares. Es justo rendirle un homenaje.