Las oportunidades perdidas

Por: Christian Capuñay Reátegui

REFLEXIONES

A mediados del siglo XIX, el Perú tuvo en el guano de las islas una fuente de ingresos formidables. Gran parte de los recursos con los que contaba el Estado provenían de la venta de ese fertilizante a Europa, donde los países que comenzaban a industrializarse requerían mejorar su producción de alimentos que abastecieran a sus poblaciones.

El guano de las islas fertilizaba de manera más eficiente la tierra en comparación con los productos de la época, como el excremento de oveja. Se entiende así la gran demanda que ese insumo tenía en los mercados internacionales y los ingentes recursos que obtuvo el Perú como resultado de su venta. 

Nunca el Estado había tenido tantos recursos económicos a su disposición. No obstante, esa riqueza no fue aprovechada por la clase dirigente. Al contrario, se invirtió mal, por ejemplo, en ferrocarriles de dudosa conveniencia, en gastos militares, gastos administrativos y pago de sueldos. 

No se invirtió en cambiar la matriz productiva que industrializara al país, ni en mejoras sociales estructurales. El guano se terminó, la riqueza se agotó y terminamos en crisis y en bancarrota, preludió de la trágica Guerra del Pacífico. 

Entre el 2002 y el 2011, los precios de los metales como el cobre subieron considerablemente en los mercados internacionales. Tal coyuntura nos benefició con el ingreso de grandes recursos económicos.

El crecimiento del producto bruto interno (PBI) alcanzó cotas muy altas en comparación con años anteriores, pero de nuevo ese período de bonanza no pudo traducirse en mejoras estructurales sustantivas. El gobierno de la época se vanagloria aún hoy de que construyó decenas de colegios. Sin embargo, la mejora de la infraestructura fue momentánea y así como el cemento se extendió, no ocurrió lo mismo con la calidad de la educación, que siguió siendo pobre. 

Los ingentes ingresos fruto de la venta de commodities tampoco se tradujeron en mejoras en el sector Salud, como nos lo hizo ver el Covid-19, que ocasionó la muerte de muchos peruanos por falta de oxígeno, de camas y medicinas en los hospitales. Fue una nueva oportunidad perdida. 

En la última semana una noticia destacada en diversos medios es el incremento de la cotización del cobre en los mercados. Es una buena noticia, afirman, si consideramos que somos los segundos productores de ese mineral en el mundo. 

No obstante, si miramos con una perspectiva histórica quizá no deberíamos ser tan optimistas respecto a los beneficios que podríamos obtener. Es fácil pensar que los recursos se emplearán en algunos temas que, sin embargo, no generarán el efecto positivo de largo plazo esperado por todos, más aún si tomamos en cuenta la probada incapacidad del sector público de invertir con eficiencia el dinero de todos los peruanos. 

Considero que este tema debería ser materia de discusión en la élite dirigente. Lástima que su atención esté centrada solo en cómo librarse de la cárcel.

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