Por: Carlos Meneses

Los movimientos regionales, para elegir gobernadores y alcaldes provinciales, deben ser respetados; es absurdo que se pretenda necesariamente que estén inscritos y promovidos por partidos políticos a los que la ciudadanía ha repudiado.

Por una decisión del Parlamento aprobada en primera de 2 obligatorias votaciones, el Legislativo conformado por 12 bancadas ha acordado que los movimientos regionales no postulen candidatos a las próximas elecciones regionales para conducir municipalidades y aspirar a gobernadores.

La maniobra ha sido rechazada por todos los grupos que ganaron las justas electorales regionales y que fueron conformadas, como en Arequipa, por militantes independientes de las agrupaciones políticas.

De lo que se trata, en el fondo del problema, es que los ciudadanos que quieran ser gobernadores o alcaldes de su región o provincia respectivamente, deben hacerlo como miembros de uno de los partidos políticos inscritos en el Jurado Nacional de Elecciones (JNE).

Eso va contra la ley y la razón porque el ciudadano puede escoger a la agrupación que le parezca más conveniente y no necesariamente por algunos de los partidos que actualmente tienen presencia en el Congreso.

Considerando la votación alcanzada en el primer intento de aprobar esta reforma, que fue de 91 votos, es improbable que en la segunda votación sobre el tema voten de acuerdo con el resultado de la primera.

Así las cosas, podemos considerar que no solo los aspirantes a gobernadores regionales y municipios la rechazarán, sino que finalmente nadie se atreverá a postular para obtener votaciones poco significativas en las preferencias populares.