Real Madrid ganó otra vez la Champions League

Gran triunfo del club español sobre el Borussia Dortmund por 2-0 con goles de Carvajal y Vinícius. Su décimo quinto trofeo en su historia. El mundo rendido ante el mejor club de Europa.

Explicar el Real Madrid es contar que el hombre que abrió la final, con un gol de cabeza, era el de menor estatura de los 22 que estaban sobre el terreno de juego. Entender a este club es aceptar que Dani Carvajal, con su 1.73 de altura, fue el que se elevó por encima de los gigantes alemanes para derribar la resistencia del Borussia Dortmund y dar a los Blancos una Decimoquinta Copa de Europa coronada por la sentencia de Vinícius Júnior (0-2).

Fue una final pastosa, extraña, en la que el Borussia dispuso de 45 minutos de tener al Madrid maniatado, para que al final fueran los pupilos de Carlo Ancelotti los que, como llevan haciendo toda la vida, se salieran con la suya. Como en esa película de Indiana Jones en la que Harrison Ford es amenazado decenas de veces por una espada, pero a él, con un solo disparo, le basta para ganar la pelea.

La segunda parte tuvo un aroma distinto cuando Carvajal apareció desde atrás para estrellar en la defensa una volea. Fue un primer aviso, al que siguió un paradón de Kobel a falta de Kroos.

El Madrid, poco a poco, pero con sus clásicos «infartitos», como fue una parada de Courtois a cabezazo de Füllkrug, estaba en el partido. Había aterrizado justo a tiempo, sin prisa, cocinando el partido a fuego lento. Nacho dijo en la previa que preferían empezar ganando, sin remontar, pero no dijo nada de no sufrir. Ancelotti sí lo advirtió: «es el partido más peligroso».

Y ese miedo, peligro, preocupación y nervios que atenaza al cuerpo nada más acaba de sonar el himno de la Champions y se enfrenta al muro amarillo del Borussia Dortmund, lo vio desvanecerse Dani Carvajal cuando atacó el primer palo, en un córner de Kroos. El canterano, el hombre de la primera piedra en la nueva ciudad deportiva, fue el hombre que desatascó la noche.

El miedo, ese que muchas veces viene decantado por la suerte y por la mano con la que comiences la partida, pasó de bando. La presión, sobre los hombros de la Decimoquinta, fue a parar a los inexpertos alemanes, que regalaron el 0-2 y la final.

Maatsen, con una entrega catatrófica atrás, dejó en un dos para uno a Bellingham y Vinícius. El inglés, que había errado el segundo, instantes antes conectó con el brasileño, que en un tiro mordido dio el mordisco definitivo al título.

El decimoquinto en las vitrinas del club más grande de la historia de la Copa de Europa. El que marca el adiós de Kroos, que con el trabajo cumplido se fue señalando el escudo, ese que desde ayer en Wembley cuenta con un título más. (Andina).

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