NUEVA CRÓNICA Y BUEN GOBIERNO

Por: Edgard Norberto “Beto” Lajo Paredes

Es el título del libro de (ebisa ediciones, Primera Edición: Febrero del 2011), en la contratapa, se lee: “Con la indignación justa de quien ve extinguirse irremediablemente el glorioso resplandor del sol de los Incas, el ilustre cronista Phelipe Guamán Poma de Ayala, escribió una extensa misiva a la autoridad real pidiendo, por sobre todo, justicia para los suyos. No es posible, dice en tono dolido, que la orgullosa estirpe de aquellos que conformaron una nación en la que primaba la piadosa protección del desvalido, el buen criterio para gobernar, la preparación para afrontar los desastres naturales, el respeto a la mujer y a la virtud, la vigilancia de la conducta moral, haya caído víctima de feroces alimañas, de una generación de víboras cuyo único afán, era el de satisfacer sus más atroces y detestables instintos. Nadie escuchó su clamor y la valiosa carta en la que había invertido treinta años de su vida, se perdió en el torbellino de los siglos. Sin embargo, este valioso testimonio ha sido recuperado, para que los hombres de este tiempo puedan conocer los episodios más negros y vergonzosos del proceso llamado civilización”.

Narra cómo los gobernantes incas, ponían atención prioritaria en la existencia de alimentos en abundancia, para garantizar todos tengan qué comer, en tiempos de sequía o escasez por motivos climáticos, es decir, aseguraban que nadie se quede sin comer, para ello construyeron tambos, almacenes de alimentos, ropas y otros pertrechos, al respecto leemos: “En este mes (mayo) se visitan las comunidades para verificar las existencias del maíz, de las papas y de toda la comida y los ganados de la comunidad sapci. Se castigaba a quienes no daban cuentas correctas de las cantidades guardadas en los almacenes” (p. 139); también cuidaban la salud: “Por mandato de los yngas, en este mes (setiembre) se echaban las enfermedades de los pueblos y las pestilencias de todo el reino y con tal propósito … rociaban todas las casas y calles con agua para limpiarlas” (p. 142). En el Tawantisuyu cuidaban a las personas asegurando su alimentación y protegiendo la salud; escribe: “A los borrachos pendencieros… ladrones, lujurioso…, se les mandaba matar. Si el borracho faltaba el respeto a una mujer…, era sometido a justicia”, “A los mentirosos y perjuros se les castigaba”, “A los perezosos, sucios y puercos, que no tienen sus cosas limpias, sucios de cabeza y de la cara, con la boca hedionda, los pies, las manos y la ropa manchados de inmundicia, se les castigaba”, “Los traidores a la Corona del Ynga, a los Señores grandes y contra el Sol y lo que manda la ley del Ynga, eran castigados con la muerte”, “A los jugadores se les mandaba azotar…, ya que en el tiempo del Ynga nadie jugaba, ni el Principal, ni el indio pobre. Por mandato del Ynga, estaba prohibido jugar en todo el reino. Era obligatorio trabajar, y el que no tenía nada que hacer, confeccionaba soga o traía lana o paja para su casa, tejía, o hacía ojotas, o sobaba pellejo. En esto se ocupaban los indios” (p. 178), El castigo de los asesinos que matan de cualquier manera a otro indio, era el de recibir la muerte a pedradas” (p. 178-179). Hace esta revelación “El Ynga solía recorrer la plaza a pie, sin que nadie pudiera reconocerle vestido con las ropas de pobre, con el fin de ver el mundo y lo que sucedía en el mundo” (p. 189). A diferencia de la actualidad, tenemos 43% de anemia infantil en niños menores de tres años de edad, es una tragedia, pues, no van a desarrollar sus capacidades físicas, mentales ni intelectuales, van a estar privados de adquirir conocimientos, no van a ser competitivos, en ninguna actividad humana, en consecuencia, el país va a tener una población improductiva a la que hay que atender por solidaridad. Ni qué decir de la pobreza bordea el 29% en el año 2023. En el Tawantinsuyu, no hubo pobreza, no había mendigos, nadie se moría de hambre, todos trabajaban, había orden, moral y disciplina, respeto a la mujer. De todo eso escribió, nuestro cronista, quién, como muchos, no se explicaban, como un sistema humano, solidario fue derrotado por otro sistema signado por la codicia, la ambición y la acumulación de riqueza. Los gobiernos locales, regionales y nacional, deben recurrir al ejemplo de nuestra cultura andina y gobernar con el objetivo de asegurar la buena alimentación de nuestros niños y la salud de los pueblos, para así garantizar el desarrollo integral, pues, con niños bien nutridos, van a poder aprender rápidamente, aumentan las posibilidades de contar con buenos estudiantes, trabajadores, deportistas, científicos, profesionales hasta buenos gobernantes.

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