La longevidad no espera
Por: David Tuesta, presidente del Consejo Privado de Competitividad.
El país se encuentra transitando aceleradamente a un proceso de envejecimiento. Difícil darnos cuenta, claro, porque estas cosas suelen darse progresivamente. De acuerdo con las proyecciones oficiales, hoy las personas mayores a 65 años representan el 10% de la población, ratio que por lo menos se duplicará en dos décadas. Hoy también tenemos en el Perú más de 8 mil personas que tienen 100 años o más, y se estima que en mismo tránsito de tiempo tendremos cerca de 90 mil centenarios. Los expertos en longevidad y gerontólogos anticipan que muy probablemente la persona que vivirá más de 150 años ya nació. Hay genetistas que especulan que incluso llegaremos a vivir 500 años; hecho que está muy bien fundamentado a partir de experimentos genéticos con gusanos, donde se ha conseguido extender que vivan siete veces más que una espécimen normal. ¿Cuándo y cómo sucederá? No se sabe. ¿Es bueno vivir tanto tiempo? Tampoco tengo respuesta para ello.
Lo que sí queda claro, es que en las circunstancias actuales los sistemas de pensiones tienen que estar muy bien preparados; y en el Perú, como sabemos, lo que hay no es suficiente para enfrentar los problemas de la elevada descobertura en un contexto donde la sociedad se hace vieja con prisa. Todos piden mejores pensiones, pero se requiere ser conscientes de que para que un sistema de pensiones funcione en un contexto de alta informalidad y envejecimiento acelerado, se requiere tener en cuenta tres elementos ineludibles: ahorrar y trabajar más; ganancias de productividad e incrementar la fertilidad.
El primer aspecto es que tendremos indubitablemente que trabajar más y ahorrar más años. El peruano trabaja, y trabaja casi hasta el final de sus días pero tendrá que aumentar ese esfuerzo. El hecho de no tener pensión lo obliga a ello. El ahorrar más para la jubilación, ya es más complicado, sobre todo cuando los ingresos son bajos.
Y ahí entramos al segundo elemento. El país tiene que elevar su nivel de productividad, pues es lo único que puede lograr que un país mejore sosteniblemente sus ingresos, de la mano de más inversión, creación de empleo y crecimiento del capital humano y empresarial. Con ello uno podrá observar que los incentivos de pertenecer a una economía formal mejoren y así la elevadísima informalidad disminuirá.
Y un tercer factor para equilibrar el acelerado avance de la longevidad es el factor fertilidad, es decir tener más hijos. Desde finales de los ochenta a la fecha, la tasa de fecundidad, en términos porcentuales pasó de 4,3 a 2,0 hijos. Y seguirá bajando en las próximas décadas.
En este contexto no hay pretextos para que los hacedores de políticas públicas sigan postergando avanzar con un reforma de pensiones. Hoy está sobre el Congreso una propuesta que mejora el sistema no contributivo, brinda el acceso automático al sistema a todos los ciudadanos de 18 años, se incorpora la pensión por consumo, se brinda pensión mínima en el sistema privado, se introduce las comisiones por productividad y se introduce más competencia. La propuesta tiene muchas imperfecciones, pero en suma, es muchísimo mejor que lo que tenemos ahora. Debería aprobarse pues la longevidad de nuestra sociedad no espera.