Un mar de oportunidades
Por: Jimpson Dávila
REFLEXIONES
A propósito del Día Mundial de los Océanos, es importante destacar que Perú ha dado pasos importantes en la conservación marina. Después de más de una década de espera, se creó la Reserva Nacional Mar Tropical de Grau cuyas aguas alberga el 70% de las especies del mar peruano. Además, el Poder Judicial tomó una decisión histórica al declarar constitucional y legal la prohibición de la pesca industrial en áreas naturales protegidas, garantizando así la integridad de la Reserva Nacional de Paracas.
Recientemente, el Congreso de la República, en su pleno ambiental, aprobó la Ley de Atención Oportuna de Emergencias Ambientales, una iniciativa destinada a mejorar la capacidad de respuesta del Estado tras uno de los peores derrames de hidrocarburos en el medio marino, asociado a las actividades de la Refinería La Pampilla.
A pesar de estos avances, el futuro presenta grandes desafíos. Perú se ha comprometido a proteger de manera efectiva el 30% de sus ecosistemas marinos para el 2030, pero actualmente solo el 8% de la superficie marina está protegida. Para avanzar en esta agenda, la conservación de la biodiversidad marina debe ser una prioridad pública, dado su rol estratégico en términos de beneficios ambientales, sociales y económicos.
Los beneficios, por ejemplo, en términos de actividad turística y seguridad alimentaria son significativos. La actividad turística asociada a los ecosistemas marinos genera 13 000 millones de dólares anuales a escala mundial. Solo el avistamiento de grandes ballenas en la Reserva Nacional Mar Tropical de Grau generó 3 millones de dólares en el 2018. La conservación marina también puede fortalecer la seguridad alimentaria en el Perú. Un reciente artículo de la revista Nature señala que la creación de áreas marinas protegidas podría aumentar globalmente la provisión de alimentos a partir de recursos hidrobiológicos. Por ello, estos esquemas de conservación son estratégicos para el sector pesquero artesanal, que provee el 80% del pescado consumido en el país. Además, la pesca industrial podría beneficiarse de estas estrategias de conservación, aprovechando el potencial aumento de la biomasa pesquera en las zonas adyacentes a las áreas marinas protegidas.
No obstante, ninguno de estos beneficios sería posible si no se protege la biodiversidad. Comprender la interdependencia entre la dimensión económica y ambiental es fundamental para entender que las estrategias de conservación no solo buscan revertir la pérdida de la biodiversidad, sino que también son una vía para lograr un desarrollo económico y social sobre la base de ecosistemas marinos saludables.