Franz Kafka para niños y adolescentes del siglo XX

Por: Ricardo Montero

“Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto…” El profesor de literatura, pequeño, rechoncho, de cabello lacio, largo y grasoso, acomoda sus anteojos y continúa leyendo: “(Samsa) estaba tumbado sobre su espalda dura y en forma de caparazón, y al levantar un poco la cabeza, veía un vientre abombado, parduzco, dividido por partes duras en forma de arco…”

La escena ocurrió decenas de años atrás en mi aula de tercero de secundaria. Tenía 14 años e ignoraba qué era. La metamorfosis e ignoraba quién era Frank Kafka, pero el relato tan vívido y las figuras literarias tan humanas, pese a que describían a un monstruo, me alentaron a leer la novela hasta el final, en el que encontré un desenlace de esperanza y renovación, contrario a la trágica historia de Gregorio, cuya muerte parecía envolver a su familia en un renacimiento, simbolizado por la vitalidad y el futuro prometedor de Gretel, su hermana: “A pesar de las calamidades que habían hecho palidecer sus mejillas, (Gretel) se había convertido en una joven lozana y hermosa (…).”

Este relato marcó mi relación con la buena literatura y entender su capacidad para explorar la naturaleza humana. Hoy, a 100 años de su muerte (3 de junio de 1924), reivindico a Kafka y a sus historias, en particular La metamorfosis, como efectivos instrumentos para acercar a niños y adolescentes a la buena literatura. 

Las obras de Kafka pueden ser consideradas muy distantes a los intereses de los nacidos en el siglo XXI, estimulados por la fantasía que despiertan la comunicación digital y los videojuegos. Sin embargo, los relatos kafkianos cargados con temas de identidad, alienación, hostilidad y opresión ayudarían a los jóvenes a explorar sus propias experiencias y emociones, y a reflexionar respecto a preguntas que a menudo se plantean, como quiénes son y cuál es su propósito en la vida. 

Además, y en contraste con el mundo actual, donde la tecnología suele crear una percepción de la realidad, las obras de Kafka pueden fomentar el pensamiento crítico en niños y adolescentes al invitarlos a cuestionar lo que se da por sentado, y al estimular su imaginación creativa. 

Kafka escribió hace más de un siglo sus obras, en las que abordó el amor, la familia, el poder, el terror, la muerte y la alienación, temas que al ser universales y atemporales pueden encontrar significativas conexiones con los problemas y las propias vidas de los adolescentes de hoy. 

Ya no recuerdo el nombre del profesor que con el relato de La metamorfosis me introdujo a la buena literatura. En homenaje a este maestro anónimo repetiré la sentencia de Franz Kafka: “Solo debemos leer libros de los que muerden y pinchan. Si el libro que estamos leyendo no nos obliga a despertarnos como un puñetazo en la cara, ¿para qué molestarnos en leerlo?”.

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