Investigación con propósito

Por: Christian Mesía Montenegro

REFLEXIONES

Desde el 2014, nuestro país ha experimentado un notable y sostenido crecimiento en la producción científica. En el 2014 se registraron 1623 documentos en SCOPUS, cifra que aumentó a 10 017 en el 2023, representando un crecimiento de casi 550%. Este avance ha sido impulsado por disposiciones regulatorias y la inversión de las universidades licenciadas del sistema universitario peruano.

Además de los datos cuantitativos de SCOPUS, existen mecanismos de medición cualitativa como el ranking SCIMAGO, que evalúa no solo la producción científica, sino también su impacto social y en innovación. Este año, el ranking ha introducido la medición del impacto social de la investigación e innovación, algo crucial para un país como el nuestro, donde la pobreza y la desigualdad social han aumentado según el último informe del Instituto Nacional de Estadística e Informática.

En este contexto, se destaca el impacto de las ciencias sociales, que han mostrado un notable crecimiento en la producción científica nacional, situándose como la segunda área de mayor producción después de la salud (SCIMAGO 2024). Le siguen las ingenierías, fundamentales para articular soluciones tecnológicas desde la investigación aplicada a diversos problemas del país.

“Innovación con propósito” debe ser un lema que atraviese todas las universidades peruanas, abordando problemas desde el pasado hasta el presente, como las causas de la desigualdad social y los factores que contribuyen a uno de los índices de percepción de corrupción más altos del mundo (Transparencia Internacional 2023). Asimismo, es esencial enfrentar desde la ciencia los efectos del cambio climático y su impacto ambiental, y encontrar soluciones tecnológicas para los desafíos de nuestros agricultores y ganaderos.

El propósito de la investigación es mejorar la calidad de vida de nuestros ciudadanos, no solo materialmente, sino también en aspectos culturales, artísticos, sociales e identitarios. Todas las disciplinas son valiosas y contribuyen al bienestar y ciudadanía que nuestro país necesita.

Es crucial mantener un diálogo constante entre la investigación básica y aplicada, ya que ambas se complementan y son esenciales para el impacto social. Esta cadena de suministro científico debe ser protegida, comprendida y gestionada inteligentemente por los gestores universitarios y gubernamentales. La reducción de fondos de investigación por parte del Estado no favorece el desarrollo esperado. Es necesario ampliar los beneficios tributarios a las empresas que invierten en investigación e innovación y dejar de castigar económicamente a las universidades societarias que participan en concursos de investigación auspiciados por el Estado, considerando que en el top 10 de SCOPUS del 2023 (cantidad), siete son universidades societarias, dos asociativas y solo una estatal (SCOPUS 2023), mientras que en SCIMAGO (calidad), seis son societarias, cuatro asociativas y dos estatales (SCIMAGO 2024).

Nuestro país necesita de la investigación, y en esta tarea debemos estar todos comprometidos: universidades, empresas y el Estado.

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