Civiles arequipeños no participaron del golpe de Odría
Por Carlos Meneses Cornejo
Presidente José Luis Bustamante y Rivero fue derrocado exclusivamente por militares.
ESPECIALES DE AREQUIPA
Podemos estar seguros de afirmar que solo un civil participó en el golpe militar que el 27 de octubre de 1947, se dio en Arequipa contra el gobierno constitucional del presidente José Luis Bustamante y Rivero, mismo que fue promovido por el general Manuel Apolinario Odría, nacido en Tarma y casado con una dama arequipeña de Chuquibamba, capital de la provincia de Condesuyos, llamada María Delgado Romero de Odría y madre que fue de los 2 únicos hijos varones del extinto mandatario.
El general Odría fue llamado a trabajar con Bustamante, como ministro del Interior, en ese tiempo la situación política peruana entró en una fase crítica luego del asesinato del periodista y director del diario La Prensa, Francisco Graña Garland.
Era el cuarto gabinete del presidente Bustamante, cuando Odría el 12 de enero asumió el cargo que solo dejaría un año y medio después. En el país no estaba funcionando el Senado y, consecuentemente, tampoco la Cámara de Diputados.
Odría se enfrentó duramente al APRA como también a las fuerzas de la derecha, lideradas por Pedro Beltrán, en Lima, y en Arequipa algunos pocos civiles se llenaban la boca hablando de un golpe de Estado en locales como el club Arequipa, mientras que hacían lo propio en Lima en el club nacional.
Cuando Odría volvió a las filas de la civilidad se habían producido ya atentados contra la estabilidad del régimen con un movimiento de la Marina, pero el presidente contaba con el respaldo total de la Fuerza Aérea y de la mayoría de militares. Sin embargo, Odría estaba obsesionado con la idea de hacer una revolución desde Arequipa.
El 3 de octubre de 1948 inició una revuelta un oficial, en la región de Puno, pero medidas rápidas del gobierno central mandaron al tacho sus proyectos y también influyó en el fracaso de la subversión el que el propio Odría hablara con el militar insurrecto y este escapara hacia Bolivia.
Las Fuerzas Armadas alistaban sus acciones, en Arequipa las conversaciones tenían lugar al interior del cuartel Salaverry, en Miraflores, que era comandado por el teniente coronel Daniel Meza Cuadra, en el Batallón de Infantería 43 que mandaba el comandante Mario Valencia y el Batallón de Artillería de Tingo Arias Aragüez que ordenaba el comandante Manuel Valencia.
Se sabe que Odría ya tenía contactos con militares limeños de menor graduación y que había estado en Arequipa a fines de octubre, exactamente el 24, y no en la ciudad capital sino en Chala donde se reunió con 2 oficiales subalternos y con ellos se vino a Arequipa.
La casa de un empresario mistiano de nombre Ernesto Cánepa Sardón, que quedaba en la calle San Martín del barrio de Vallecito, fue centro de reunión. Allí se encontraron Meza Cuadra, los dos Valencia y escucharon a Meza Cuadra cuando dijo: “General no sé por qué está usted aquí. En la carta que le dio el teniente Chaparro, le dijimos que no venga usted a Arequipa, sino que regrese que se levante en Ica o en el norte y nosotros lo secundamos”.
El capitán Vargas Matta, quien había llegado de Lima para la cita de Chala, desembolsó su revólver y en voz alta, con arma en mano, dijo: “Carajo aquí tiene que empezar la revolución y hoy día”. Minutos después soldados salieron de Miraflores, específicamente, del cuartel Salaverry hacia la Plaza de Armas para ocupar las torres de la Catedral, que siempre llamaban a rebelión al pueblo, desde Tingo subieron hasta la misma plaza los efectivos de artillería y del cuartel de Santa Marta salió un grupo de militares para tomar la estación de radio Continental, ubicada en el tercer piso del Teatro Municipal, en la calle Rivero.
Los militares escogieron esa estación porque era la más potente para dar aviso al país de que la revolución restauradora estaba en marcha. Odría dirigió un mensaje a través de la emisora radial y el presidente se enteró inmediatamente.
Nadie respaldaba el movimiento, incluso el civil que había acogido a los golpistas en su vivienda terminó dejándolos solos.
En Arequipa, el 75% de los votos depositados en las elecciones de 1945 fueron para Bustamante y no menos de 20 mil se agruparon en la Plaza de Armas para, después de recibirlo en la estación del ferrocarril, acudir hasta la plaza mayor para escuchar un discurso impresionante que repletó la plaza y marcó el comienzo de un gobierno en que casi todos los ministros eran arequipeños de nacimiento.
El miércoles 27 empezó la revolución y Bustamante cambió de gabinete, siendo su primer ministro un respetado general de aviación, Armando Revoredo. El 28 por la mañana Puno, Juliaca y Cusco se plegaron a la demanda de Odría, mientras que el ministro de Guerra, general Oscar Torres ordenó que la II Región Militar, con sede en Lima y que mandaba el general Zenón Noriega, saliera con tanques para combatir a los rebeldes.
A la medianoche se reunieron con el presidente los jefes militares de Lima encabezados por el general Noriega, quien aseguró que la disciplina se mantenía intacta, pero de inmediato dio lectura a un documento en el que afirmó que Bustamante pretendía un enfrentamiento entre militares. Esto fue negado por el jefe de Estado, a lo que Noriega dijo que había que evitar una guerra civil en el Perú y le propuso a Bustamante renunciar.
La respuesta del presidente fue categórica: “Yo no podría hacer entrega de mi mandato ni depositarlo en otras manos. De este palacio se me saca muerto o preso”. El presidente fue detenido y deportado en un avión a Argentina.
Los hermanos de José Luis Bustamante, Guillermo, José María, Miguel y Ricardo, junto con otros ilustres arequipeños, fueron llevados a los cuarteles por si acaso hubiera un ataque aéreo. Ellos fueron las primeras víctimas.
El único diario de Arequipa que protestó editorialmente por el atentado fue El Deber, un periódico católico y el autor del artículo fue Arturo Villegas Romero; el diario El Pueblo, también dio cuenta de los hechos y los periódicos de Lima ocultaron las verdades. En las calles los arequipeños dieron gritos de viva la democracia, la libertad.
Bustamante y Rivero voló de Argentina a Chile para atender a su esposa, María Jesús Rivera que sufrió un accidente de aviación al tratar de encontrarse con él en Santiago, resultando con quemaduras. El presidente solo pudo volver en 1956 y otra vez, un gran mitin lo recibió en Lima y después en Arequipa.
Lo que pasó después fue la venganza de un pueblo contra un indeseable, ocurrieron los sucesos de 1950, con el liderazgo de Francisco Mostajo y se publicaron informaciones sobre el trato dispensado a los estudiantes del colegio Independencia Americana. Los civiles se negaron a cargar la imagen de la Virgen de las Mercedes, patrona de las Fuerzas Armadas y lo tuvieron que hacer soldados disfrazados de civiles.
Así que Arequipa no participó ni tuvo nada que ver con el movimiento subversivo de Odría, quien al final, también, sufrió traiciones por parte de quienes lo alentaron a dar el golpe como el propio Zenón Noriega y el coronel Meza Cuadra que pretendió llegar a general y fue rechazado por la representación parlamentaria por Arequipa en el Congreso.
En cuanto a la arequipeña, María Delgado Romero de Odría hay que decir que fue una de las mujeres que más obra social hizo y fue la promotora del voto femenino en el Perú.