Empleabilidad y universidad en el Perú

Por: Rubén Quiroz Ávila

REFLEXIONES

Debe quedar claro que la formación universitaria es fundamentalmente para construir ciudadanía responsable con capacidades suficientes y eficientes para resolver problemas en diversos ámbitos de la vida, por eso se investiga y se da una relación virtuosa de enseñanza-aprendizaje. A la vez, en todos los casos, se incluye la pertinencia de lo aprendido con el inevitable universo laboral.

La pregunta es ineludible: ¿cuántas de nuestras casi cien universidades peruanas consideran como factor de medición primordial los resultados de empleabilidad en las carreras que estudiaron o en la creación de emprendimientos para agregar valor? Y si fuera así ¿está en sus planes de estudio esa lógica de adiestramiento eficaz en las competencias requeridas para la vida en trabajo?

En nuestro país, por la obvia situación social que tenemos, la educación es el mejor mecanismo para romper el círculo de pobreza y, a la vez, la acentuación de capacidades para crear valor. Por ello, las organizaciones universitarias tienen la obligación moral y social de garantizar que están cumpliendo rigurosamente con prepararlos para resolver problemas referidos a las disciplinas y profesiones que están formando. Es imprescindible medir ello, por lo menos con los indicadores habituales: tasa de empleo, salario promedio, lapso en el que se encuentra empleo en la carrera, algunos incluyen la opinión de empleadores. Pero estos tienen que ser gestionados, promovidos, expuestos y difundidos permanentemente por entes gubernamentales como la Sunedu. Claro, hay instituciones que solicitan ello a empresas especializadas y, con los resultados, despliegan información pública de sus logros y el posible triunfo de la estrategia académica implementada. La ilusión válida de que nuestros jóvenes estudien es una razón suficiente para que las universidades cumplan imperiosamente los criterios de calidad educativa y estos sean validados de manera objetiva.

Claro, la orientación y naturaleza de la disciplina que se estudia tiene un peso decisorio en tanto está en conexión necesaria con la demanda laboral. Las mejores universidades peruanas apuestan por el ponderado equilibrio entre una formación laboral indispensable y una educación en civismo e investigación científica. Estas no pueden estar separadas. Un profesional sin ética es un peligro para la nación. Y una carrera en la que no se enseñen las habilidades suficientes para su inserción laboral es un despropósito y una escandalosa irresponsabilidad.

Entonces, las universidades tienen la obligación, por su propia naturaleza, de preparar individuos altamente capacitados para enfrentar exitosa y éticamente los problemas de sus áreas de influencia. Además de medir los resultados de sus logros en investigación e innovación, la universidad que haya logrado ese sistema virtuoso es la que va en camino de ser la mejor para el país.

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