TRADICIONES PERUANAS Y GOBIERNOS DEL PAÍS
Por: Edgard Norberto “Beto” Lajo Paredes
Ricardo Palma, en su escrito “Los Gobiernos del Perú”, dice: “Y cata por qué el Perú anda siempre mal gobernado, que otro gallo nos cantara si la santa hubiera comenzado a pedir por donde concluyó”. (Tradiciones Peruanas, La República División Cultural, tomo VI, p. 22); narra, el creador de este género literario: “un día que estaba el buen Dios dispuesto a prodigar mercedes, tuvo con Él un coloquio Santa Rosa de Lima. Mi paisana, que al vuelo conoció la benévola disposición de ánimo del Señor, aprovechó la coyuntura para pedirle gracias, no para ella (que harta tuvo con nacer predestinada para los altares), sino para esta su patria. ¡Señor! Haz que la benignidad del clima de mi tierra llegue a ser proverbial.
Concedido, Rosa. No habrá en Lima exceso de calor ni de frío, lluvia ni tempestades. Ruégote, Señor, que hagas del Perú un país muy rico. Corriente, Rosa, corriente. Si no bastasen la feracidad del terreno, la abundancia de producciones y los tesoros de las minas, le daré, cuando llegue la oportunidad guano y salitre. Pídote, Señor, que des belleza y virtud a las mujeres de Lima y a los hombres clara inteligencia. Como se ve, la santa se despachaba a su gusto. La pretensión era gorda, y el señor empezó a ponerse de mal humor. Era ya mucho pedir; pero, en fin, después de meditarlo un segundo, contestó sin sonreírse: Está bien, Rosa, está bien… A la pedigüeña le faltó tacto para conocer que con tanto pedir se iba haciendo empalagosa… El Señor hizo un movimiento para retirarse, pero la santa se interpuso: ¡Señor! ¡Señor! ¡Cómo! ¡Qué! ¿Todavía quieres más? Sí, Señor. Dale a mi patria buen gobierno. Aquí amoscado el buen Dios, le volvió la espalda diciendo: ¡Rosita! ¡Rosita! ¿Quieres irte a freír buñuelos? Y cata por qué el Perú anda siempre mal gobernado, que otro gallo nos cantara si la santa hubiera comenzado a pedir por donde concluyó”. (p. 21 y 22).
Es mal general no saber pedir, pudiendo hacer peticiones importantes, desperdiciamos la oportunidad haciendo solicitudes irrelevantes; en vez de requerir obras de agua potable, desagüe, energía eléctrica, salud, educación, telefonía e internet; piden orquesta para el aniversario, bocaditos para una reunión social, pines para la fiesta patronal. Esto sucede, porque se carece de planes de desarrollo y programas de gobierno, o se ignora sus contenidos.
Los tres motivos del oidor, es otro relato, revelador de la cobardía de funcionarios públicos, ante la prepotencia del que está armado, cuenta don Ricardo: “Carbajal previno caritativamente a los vecinos de Lima que estaba resuelto a seguir ahorcando prójimos y saquear la ciudad, si ésta no aceptaba por gobernador del Perú a Gonzalo Pizarro, quien, con el grueso de su ejército, se encontraba esperando la respuesta a dos leguas del camino. Componían a la sazón la Real Audiencia los licenciados Cepeda, Tejada y Zárate… Asustados los oidores con la amenaza de Carbajal, convocaron a los notables en Cabildo. Discutiose el punto muy a la ligera, pues no había tiempo que perder en largos discursos ni en flores de retórica, y extendiose acta reconociendo a Gonzalo por gobernador. Cuando le llegó turno de firmar al oidor Zárate,… empezó por dibujar una (cruz), y bajo de ella, antes de estampar su garabato, escribió: Juro a Dios y a esta (cruz) y a las palabras de los Santos Evangelios que firmo por tres motivos: por miedo, por miedo y por miedo”. (t. 6, p. 112 y 113).
En la actualidad, al miedo se ha agregado el descaro de “jurar por la plata”, ya no por la Patria, este repudiable hecho, no solo se dio con el congresista Mesones en el año 2001, el que fue a la reelección, y obtuvo más votos, increíble. Tal asqueroso juramento por la plata, se ha repetido, para risa de los necios, en la juramentación de cargos de alcaldes y regidores el año 2023, es evidente el deterioro moral. Busquemos gobernantes que no sucumban al miedo, eso es omisión de deberes funcionales; ni se rindan a la plata, eso es corrupción.
Otra mala costumbre es, castigar a los inteligentes, en el pasaje “Los incas ajedrecistas”, Palma, nos cuenta, en Cajamarca, todas las tardes, los jefes españoles, custodios de Atahualpa preso, jugaban ajedrez, estaban disputando una partida Soto con Riquelme, el primero iba mover el caballo, el inca le toca el brazo, le dice: “el castillo, el castillo”, Soto, reconsidera la jugada, piensa unos instantes, mueve la torre, haciendo jaque mate a Riquelme, quien quedó resentido para el monarca. “La tradición popular asegura que el Inca no habría sido condenado a muerte si hubiera permanecido ignorante en el ajedrez. Dice el pueblo que Atahualpa pagó con la vida el mate, que, por su consejo sufriera Riquelme en memorable tarde. En el famoso consejo de veinticuatro jueces, consejo convocado por Pizarro, se impuso a Atahualpa la pena de muerte por trece votos contra once. Riquelme fue uno de los trece” (t, 11, p. 9)