¿Quién está detrás de Bumblebee, el robot amarillo que se robó el corazón de los arequipeños?

Un joven cusqueño encarna a este simpático personaje en el Centro Histórico cada vez que sus estudios universitarios se lo permiten

Por Danna Felipe B.

Nadie se libra de un mal día; a veces, esconder ese semblante decaído es imposible. Estás en el corazón de la ciudad y aceleras el paso, solo quieres llegar a casa. Pero de pronto observas a Bumblebee haciendo sus anecdóticos movimientos o uniéndose a los shows callejeros. Los niños están felices a su alrededor. De la nada, te roba una sonrisa.

Locales y visitantes lo han visto pasear principalmente por la Plaza de Armas y la calle Mercaderes como si de un civil más se tratase. Ya es todo un personaje arequipeño. Las cámaras lo aman, pero ¿quién es?

Se llama Omar Trelles Araujo y tiene 20 años. Es estudiante de Educación Física en la UNSA. Llegó desde su natal Chumbivilcas, Cusco, en 2002 con la misión de adquirir conocimientos que más adelante le permitirán enseñar profesionalmente una de sus más grandes pasiones, el deporte. El tiempo transcurrió, sin imaginar que desde inicios de este año también se robaría el corazón de los mistianos.

Antes de iniciar el tercer año de la carrera profesional, un tío le llamó ofreciéndole un trabajo que otras personas en el centro realizaban esporádicamente, posar ante las cámaras usando un llamativo traje a cambio de unas cuantas monedas. Así, Omar apoyaría a su núcleo familiar que atraviesa aprietos económicos, y actualmente lo está haciendo, pero es innegable que sus funciones tienen un matiz muy diferente.

-Mis padres no tienen suficientes recursos económicos. Somos tres hermanos; yo soy el mayor. El segundo terminó el colegio el año pasado y ahora se prepara en una academia para ingresar a la universidad y convertirse en economista. Soy consciente de que me ve como un ejemplo a seguir, por eso trato de no cometer errores y apoyarlo en lo que puedo.

Ambos jovencitos viven en una habitación alquilada en Cerro Colorado. La casa es de los suegros de una tía que ha asumido la tarea de vigilarlos. Si bien sus padres los apoyan económicamente desde Chumbivilcas, donde están con el último hermano Trelles Araujo, Omar cubre más gastos propios ahora y de paso puede engreír a su compañero de cuarto.

Encarnar al conocido personaje de Transformers es todo un reto. Llevar el traje, que su tío junto a su grupo de amigos les tomó más de un año elaborar con básicamente microporoso y aluminio, es demandante físicamente; eso lo pueden asegurar los otras personas que lo usaron antes que él. Hace algunas semanas, el universitario de contextura delgada recién aprendió a colocarse el pesado traje por sí mismo.

-En cada paso cargo de 3 a 4 kilos; es bastante pesado. Afortunadamente, hasta ahora no me he caído. Como el traje es de microporoso, sudo mucho también. Sin embargo, su condición de atleta y futbolista lo ha ayudado para que sus admiradores lo puedan ver bailar, saltar e incluso correr; así como el cariño incondicional de la gente.

El Bumblebee que cualquier transeúnte del Centro Histórico ve mayormente los jueves, viernes y sábados es la misma personalidad alegre de Omar en la universidad. -Mis amigos me dicen que soy igual, solo que con un traje puesto. En cambio, mi familia se sorprende, pues soy un poco más tranquilo con ellos. Fue su propio don de encontrar un rayo de luz en la absoluta oscuridad, lo que lo diferenció de los otros intérpretes del robot.

-Una vez había una adolescente en la intersección de las calles San Francisco y Mercaderes; estaba llorando. Le hice señas, luego realicé los movimientos anecdóticos y conocidos del robot, pero nada; todavía cohibía su sonrisa. No me rendí hasta que olvidó por un momento sus conflictos, me abrazó y se fue más tranquila. Es el mejor recuerdo que tengo dentro del Bumblebee.

El primer hermano Trelles Araujo agradeció a toda la población arequipeña por el respaldo constante que está recibiendo en persona y a través de las redes sociales. Por eso, mientras sus tiempos se lo permitan, irá a aquel inmueble donde guarda el traje, a unos cuantos metros de la plaza de Armas. Se vestirá e intentará alegrar el día a los transeúntes de esta tierra que lo acogió con los brazos abiertos.

-Cuando los niños me miran y gritan felices el nombre del robot, ellos no me ven pero dentro del traje estoy sonriendo.

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