Una leve esperanza en el fútbol
Por: Christian Capuñay Reátegui
El fútbol es, tal vez, uno de los pocos elementos que unen de verdad a los peruanos. Los triunfos de la selección nacional, quizá por ser escasos, tienen la capacidad de amalgamar a gentes que en otros ámbitos son como el agua y el aceite. Un amigo, declarado antifujimorista él, subraya que el único momento en el que podría darle un abrazo a un miembro de ese sector político es gritando un gol de Perú.
Así como en otras naciones, en el Perú, el fútbol está clavado en el alma del pueblo. Ningún otro deporte reúne tanta atención ni genera una expectativa que merecería motivo más trascendente. Son razones suficientes para prestar atención a lo que sucede en ese ámbito.
Hace algunas semanas señalábamos que los pocos logros del equipo nacional, como la clasificación a la Copa Mundial 2018 o el subcampeonato en la Copa América 2019 podrían explicarse con base en distintos factores, todos ellos coyunturales o episódicos, pero no en un progreso estructural. En palabras más simples, si Perú logró lo que logró fue pese a la baja competitividad de su liga profesional, al nulo surgimiento de nuevos talentos con proyección internacional y al ineficiente trabajo en las categorías formativas.
Al no solucionar estos problemas, tarde o temprano iba a pasar lo que está pasando ahora: una selección mayor sin renovación y poco competitiva.
Por el contrario, las escuadras que nos han sacado enorme ventaja tienen su fortaleza en sus equipos de menores. Ecuador, Uruguay, Colombia clasifican a casi todos los mundiales de menores. Venezuela incluso disputó hace pocos años una final del mundial Sub-20. No es de extrañar que ellos renueven sus cuadros con jugadores que incluso ya están en las grandes ligas pese a su juventud. El ecuatoriano Kendry Páez, a los 17 años, es titular en la selección mayor y ya es jugador del Chelsea.
Por eso hay que prestar atención (y ponerle velas) al trabajo de José “Chemo” del Solar, jefe de la Unidad Técnica de Menores de la Federación Peruana de Fútbol, quien recorre todas las regiones con el objetivo de encontrar cuadros que no sobrepasen los 13 o 14 años de edad, a fin de traerlos a Lima y asegurar que se entrenen de forma correcta, tanto en el aspecto físico como futbolístico, y puedan convertirse en el futuro en alternativas para las selecciones de menores y la mayor.
Según Del Solar, los 14 años de edad es el límite máximo que busca, pues los jugadores de 16 o 17 en la práctica ya están perdidos para la competencia, ya que al no haberse entrenado bien, no tienen posibilidades de medirse con jugadores de su categoría de otros países. Los resultados de este esfuerzo, según Del Solar, se verán en los próximos años, cuando las primeras camadas de seleccionados compitan.
Frente al páramo desolador que tenemos frente, este trabajo parece ser disruptivo en el sentido de que intenta romper con la mediocridad que impera en la formación de jugadores. Ojalá en unos años veamos a Perú ir a mundiales de menores.