MANDELA: ESTADISTA DE LA RECONCILIACIÓN
Por: Edgard Norberto “Beto” Lajo Paredes
“Uno de sus pesares mientras las cámaras disparaban y se producía una multitudinaria explosión de júbilo por su liberación la tarde del 11 de febrero de 1990 fue el no haber podido despedirse del personal penitenciario”; “sabía que debía superar el cúmulo de rencor y concentrarse en lo que tenía por delante. Pese a haber cumplido condena como individuo, Mandela formaba parte de una fraternidad de hombres y mujeres comprometidos que habían sido llamados por imperativo de la lucha a sacrificar los mejores años de sus vidas en aras de un bien mayor” (El color de la libertad los años presidenciales de Nelson Mandela y Mandla Langa, primera edición, octubre 2017, Penguin Random House Grupo Editorial, p. 8), estuvo 27 años preso, por sentencia a cadena perpetua, por presión mundial, el presidente sudafricano Frederik De Clerk, lo liberó.
En Sudáfrica, la minoría blanca impuso un régimen político racista (los blancos con privilegios, la mayoría negra, sin derechos). El año “1948 llega al poder el Partido Nacional, liderado por los afrikaaners, sudafricanos descendientes de los holandeses que conquistaron la nación, se instituyó el apartheid desde el Estado, aunque ya existían varias políticas represoras 35 años antes. Estas recrudecieron, prohibiéndose a los negros ocupar empleos importantes e incluso sufragar. La segregación prohibía también los matrimonios interraciales y negaba a los de raza negra el uso de espacios y servicios públicos”. (Los 100 años de Nelson Mandela de Javier Alejandro Ramos, El Peruano, 15/07/2018, p. 13); digno de destacar: “Madiba, como lo conocen más sus compatriotas, es un modelo de un político que no se dejó llevar por odios ni resentimientos, buscó el entendimiento con sus antiguos enemigos, dio ejemplo de austeridad. No le gustaba el derroche y siempre se contentó con tener lo necesario, a diferencia de otros políticos, tanto blancos como negros, que se enriquecieron por su paso por el poder”, “recordó en su discurso en Londres en el 2005: La esclavitud y el apartheid, la pobreza, no es natural. Es creada por el hombre y puede ser superada y erradicada por la acción del ser humano”. (El legado de Mandela de Fabián Vallas Trujillo, El Peruano, 22/07/2018, p. 8 y 9).
Libertador íntegro, “se dijo a sí mismo que su misión en la vida era ‘liberar tanto al opresor como al oprimido’. Esto significaba salvar el abismo existente entre el opresor -representado por el gobierno que
le había encarcelado- y el oprimido: la mayoría de la población sudafricana en toda su diversidad” (El color de la libertad, p. 9). No justificó la violencia: “Uno de los momentos más memorables y aleccionadores para Mandela fue cuando, a las dos semanas de su liberación, durante un intenso período de enfrentamientos en Natal, pronunció un discurso ante más de cien mil personas en el Estadio Kings Park de Durban. ‘¡Coged vuestras armas de fuego, vuestros cuchillos y vuestros pangas (machete africano)’ y arrojadlos al mar! -rogó Mandela. Entre el gentío emergió un murmullo de desaprobación que fue in crescendo hasta convertirse en un clamor de abucheos. Mandela continuó estoicamente; tenía que transmitir su mensaje-. ¡Cerrad las fábricas de la muerte! ¡Poned fin a esta guerra inmediatamente!” (p. 16 y 17).
El 10 de abril de 1993, en medio de difíciles negociaciones para acabar con el apartheid, se perpetra el asesinato de Chris Hani, “sin duda uno de los líderes más populares de Sudáfrica”, al respecto “Mandela escribe que el asesinato de Hani, …, estuvo a punto de provocar una desastrosa crisis. Los seguidores populares de Hani se escandalizaron. Decenas de miles de personas se echaron a la calle de manera espontánea a lo largo y ancho del país. Otros amplios sectores de sudafricanos se quedaron petrificados por el shock”, de manera increíble “La chispa fue sofocada por la oportuna intervención de Mandela en televisión… Con un tono que reflejaba una mezcla de indignación y fortaleza moral en exactas proporciones, se dirigió al pueblo sudafricano. Esta noche me dirijo a todos y cada uno de los sudafricanos, negros y blancos, desde lo más profundo de mi corazón. Un hombre blanco, lleno de prejuicios y odio, ha venido a nuestro país y ha cometido un acto tan execrable que toda la nación se mece al borde del desastre. Es un momento crucial para todos nosotros. Nuestras decisiones y actos determinarán si canalizamos nuestro pesar, nuestro dolor y nuestra indignación para avanzar hacia la única solución perdurable que le queda a nuestro país: un gobierno del pueblo, elegido por el pueblo y para el pueblo” (p. 24).
El 02 de mayo de 1994, fue elegido abrumadoramente, presidente de Sudáfrica, no persiguió a sus enemigos, se dedicó a construir la reconciliación, anunció no ir a la reelección, y cumplió, “trabajó para conseguir la integración de la minoría blanca con la mayoría de color” (El Peruano, 15/07/2018, p. 13). Un Estadista de verdad.