Por: Carlos Meneses

El día de Arequipa, 15 de agosto, no es solo un día de recuerdos sino sobre todo de esperanzas para los habitantes de hoy y los que vendrán mañana.

Hace 484 años que un grupo de españoles de aproximadamente 100 personas, probablemente en terrenos que ahora ocupa la Catedral de Arequipa, fundó la ciudad en que vivimos. Desde entonces el número de arequipeños se han incrementado no solo con los que aquí nacieron sino con los que vinieron de pueblos vecinos.

Ellos no fueron los primeros pobladores, pues en la zona de San Lázaro ya había una aldea compuesta básicamente por españoles, quienes regresaron de una fracasada campaña de conquista de Chile y que dieron origen sucesivo a un total de 29 distritos conformantes de la provincia, cuyos habitantes son conocidos como arequipeños. Entre ellos se incluyen a los que vinieron y siempre fueron bien recibidos en una tierra de generoso clima, protegidos por 3 volcanes, que sufrieron terremotos y temblores, pero que nunca renunciaron al desarrollo y a la tarea de ponerse en pie para hacerse más grandes. Ahora somos más de un millón de habitantes.

Arequipa ha sido también la cuna de causas justas en sus reclamos y en las demandas de bien tratar a todos los que han convivido durante más de 4 siglos.

Hoy, en este día de fiesta, nos sumamos a los festejos generales y también a la esperanza de una pronta realización del gran sueño que significa Majes II para irrigar 38 mil hectáreas en las Pampas de Siguas y generar entre 100 y 150 mil empleos indirectos o directos vinculados con la agricultura y el desarrollo hidro-energético.

No olvidamos a nuestros héroes, recordamos con pesar y dolor a los que se fueron tras cumplir tareas benefactoras para con la tierra en la que fueron enterrados y en la que vivieron. El día de Arequipa es un día de todos los buenos que siempre evidenciaron esperanza en una patria libre y democrática.