POR UNA AREQUIPA MEJOR

Por: Javier Del Río Alba – Arzobispo de Arequipa

En la sesión solemne con motivo del 484° aniversario de la fundación española de Arequipa, nuestro alcalde provincial nos hizo reflexionar sobre lo difícil que es manejar una institución con más de 1,500 trabajadores y servir a una ciudad con más de un millón de habitantes. Nos dijo también, entre otras cosas, que muchas personas se quejan de la falta de limpieza en la ciudad, pero pocos se preguntan qué hacer para no ensuciarla. Cuando finalizada la sesión solemne me retiraba del Palacio Municipal, un grupo de periodistas me hizo algunas preguntas. Al mismo tiempo, un par de metros más allá había un hombre que no paraba de gritar, expresándose muy mal de las autoridades y de todos. Estos episodios me han hecho reflexionar sobre hasta qué punto nos estamos dejando invadir por la crítica y la polarización, en lugar de unir esfuerzos en favor del bien común de nuestra sociedad. Es cierto que nuestras autoridades tienen defectos y cometen errores; pero ¿quién de nosotros no? Parece que lo olvidamos y que nos resulta más fácil criticar en lugar de preguntarnos qué estamos haciendo o qué podemos hacer nosotros por la sociedad.

Todo esto me ha traído a la mente que, en su encíclica Fratelli Tutti, el Papa Francisco menciona que entre los distintos males que afectan al mundo actual están aquellas «actitudes cerradas e intolerantes que nos clausuran ante los otros» (n. 42) y «formas insólitas de agresividad, de insultos, maltratos, descalificaciones, latigazos verbales hasta destrozar la figura del otro» (n. 44) y llevar al hombre a encerrarse en sus propias ideas y opiniones y a descartar a quienes no las comparten, hasta el punto de considerarlos como enemigos a los que hay que destruir. Ante esa realidad, Francisco nos invita a promover la amistad social y el diálogo multisectorial, generacional (n. 199) y multidisciplinar (n. 204) como medios para avanzar juntos en la búsqueda de la verdad y la construcción del bien común de la sociedad. Nos dice también que no debemos dejar todo a los políticos y que «el amor social es una fuerza capaz de suscitar vías nuevas para afrontar los problemas del mundo de hoy y para renovar profundamente desde su interior las estructuras, organizaciones sociales y ordenamientos jurídicos» (n. 183). Entre esas «vías nuevas» el Papa destaca el diálogo, que implica «acercarse, expresarse, escucharse, mirarse, conocerse, tratar de comprenderse, buscar puntos de contacto» (n. 198). 

Desde esa perspectiva, quisiera invitarlos a promover lo que el Papa Francisco llama la «amistad social», basada en el diálogo y en no descartar al otro. Descalificar al otro, cancelarlo, usar la violencia física, verbal o digital, al final no sirven de nada ni nos ayudan a superar las dificultades. Procuremos usar los canales adecuados para hacer conocer a nuestras autoridades las expectativas que tenemos y las recomendaciones que les podríamos dar para que ejerzan mejor el servicio para el cual las hemos elegido. Hagamos juntos una Arequipa mejor.

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