La educación virtual en la universidad

Por: Rubén Quiroz Ávila

REFLEXIONES

Durante la pandemia se aceleraron varios procesos de enseñanza-aprendizaje que, en ese momento, aún estaban en etapa experimental. Aunque inicialmente fue a tumbos y apunta de ensayo y error, las mejores organizaciones procuraron aprender rápidamente para instalar ese nuevo ecosistema en su oferta educativa.

La educación virtual, como está probado, posibilita que un sector de la población, fundamentalmente por situaciones de distancia y el costo logístico y emocional que significa desplazarse, no podían incorporarse al circuito de intercambio de saberes. Ahora está situación existe y amplía la cantidad de nuevos estudiantes y en diversos sectores etarios.

Sin embargo, también está demostrado que una de las claves de la vida universitaria es la socialización. Los jóvenes peruanos que se incorporan a la universidad requieren de una red de fortalecimiento de sus habilidades sociales y una adecuada construcción de ciudadanía con todo lo que ofrece una estancia permanente en el campus universitario. Además de las múltiples experiencias de vida que son imprescindibles para su madurez y camino hacia la adultez. Por ello se entiende que los espacios físicos son justamente las dimensiones planificadas en las que se establece esa práctica saludable de vida.

Por lo tanto, para los más jóvenes es conveniente un tipo de disposición educativa que combine tanto su pertinente presencia como aquello que puede ser estructurado en clases virtuales. Lo contrario sucede con la población de mayor edad que, en el caso peruano, suele tener múltiples ocupaciones tanto laborales como familiares, para los cuales una propuesta validada de educación virtual es la óptima por sus características. No obstante, hay que recordar a los estrategas de una propuesta de educación virtual que no se trata solo de trasladar o maquillar el modelo de lo presencial y pasarlo a un escenario virtual. Es un craso error y demuestra la poca comprensión de las notables fortalezas y oportunidades que brinda una robusta y bien concebida educación virtualizada. Copiar y pegar nunca es lo mejor.

En ese sentido, tanto por la naturaleza de las carreras como la de la población usuaria, determina la organización educacional que permita óptimamente el aprendizaje. Si se repiten los mismos vicios de la educación presencial en una plataforma virtual, nada hemos aprendido. Por eso, no se trata de condenar per se a una de ellas, más en un mundo hiperconectado, sino en acreditar con rigurosidad que cualquiera de los dos modelos o sus combinaciones cumplen estrictamente con los requisitos de una educación de calidad. Las organizaciones con buenas prácticas tienen una excelente oportunidad de atraer y ampliar sus segmentos, pero deben exigir revisiones permanentes de su oferta para la mejora. Muchas veces la endogamia institucional y asumir que todo ya está correctamente hecho puede ser una gravísima equivocación.

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