El loncco ficticio
Por Goyo Torres
(Última parte y conclusión del ensayo sobre la evolución de lo loncco arequipeño)
El cuarto momento de la expresión loncca parte, aproximadamente, de los primeros años del siglo XX y se prolonga hasta nuestros días. Desde el momento inicial y transcurrido el tiempo el mestizo loncco prácticamente ha desaparecido como sujeto real. No olvidemos que aparece producto de circunstancias dominadas por la mentalidad oral. Es obvio inferir que conforme se ha impuesto la imprenta y la cultura de la letra se ha diseminado en todas las capas de la población (con mayor énfasis en la segunda mitad del siglo XX), la mentalidad oral ha dado paso a un sujeto con distinto grado de conciencia escrituraria. El paradigma de la letra desplaza al paradigma oral. Aunque esto no significa que no se produzcan ciertos desplazamientos de la frontera que divide lo escrito de lo oral.
De otro lado, en la ciudad, a fines del siglo XIX y comienzos del XX, se produjeron una serie de cambios motivados por la influencia del positivismo, la revolución industrial y las prédicas reivindicativas del trabajador. Se vive con pasión el inicio del nuevo siglo. Como consecuencia algunas instituciones, como la Universidad San Agustín y otras de índole educativa, abren sus puertas a jóvenes de la clase media emergente. Este hecho va a cambiar la marcha cultural de Arequipa.
Para la tercera década del siglo, estos nuevos intelectuales dominarán la escena local. Nombres como Francisco Mostajo, Guillermo Mercado, Manuel Gallegos Sanz, Renato Morales, José María Cuadros, César A. Rodríguez, etc. aparecen junto a Eduardo López de Romaña, Francisco Gómez de la Torre, Juan Manuel Polar Vargas, José A. Mendoza del Solar, Alberto Hidalgo, Percy Gibson, etc. El primer grupo de los nombrados asumirá un proyecto nuevo para la ciudad, proyecto que tiene que ver con la modernidad y el mestizaje.
Hasta entonces el arte (aquella aceptada como tal por la oficialidad y el poder hegemónico) que produce la ciudad era de criollos y para criollos. Los cholos no entraban como destinatarios (incluso el destinatario de los yaravíes de Melgar es blanco). “Las élites cultivan la poesía y el arte de vanguardia, mientras las mayorías son analfabetos”. (García Canclini)
Recién con la generación de Mostajo se rompe esta regla y se piensa en un destinatario cholo, mestizo. Son los integrantes de esta generación quienes proponen la categoría de Literatura Loncca para referirse a esa manifestación que, a lo largo de este trabajo, vengo denominando expresión loncca. Pero además, para designar a lo que ellos mismos escribirán en adelante. Es decir, construyen un nuevo objeto (Literatura Loncca) y a su vez un nuevo sujeto literario a quien destinarlo.
Efectivamente, en las primeras décadas del siglo XX aparecerán publicados (en periódicos, revistas y libros) los primeros trabajos metadiscursivos en este campo. En ellos se explica lo que es “lo loncco” y “lo ccala” (dicotomía clásica en textos lonccos contemporáneos). Se elaboran glosarios de la fabla de la tierra y sus costumbres típicas (Cuadros 1939). De este tiempo data la publicación de cancioneros populares: “La Lira del Misti” (1902), “Cancionero Arequipeño” (1905), “Cancionero Mistiano” (1917) que recogen canciones, yaravíes (melgarianos y populares), zarzuelas, habaneras, serenatas, valses, polcas, mazurcas, etc.
Francisco Mostajo publica una serie de trabajos sobre el tema, como el artículo “Los kalas o Ccalas” en el año 1918 en “El Heraldo”. Con las décadas este tipo de publicaciones se irá incrementando: “Cayma” (1933) de Manuel Gallegos Sanz; “Chiniccolcca” (1937) y “Cuentos Lonccos” (1942) de Salomón Olivares del Huerto; “Tres Relatos de mi Tierra” (1950) de Juan Manuel Cuadros; “Cantares Cholos” (1968) de Manuel Gallegos Sanz; “Poemas Lonccos” (1976) de Artemio Ramírez Bejarano; “Estampas Arequipeñas” (1982) de Juan Germán Prado Quispe; “Versos Lonccos” (1996) de Félix García Salas, etc.
En la década de los 70, 80 y 90 esta variante de la literatura arequipeña ingresará a los medios electrónicos de comunicación (radio y televisión) en formato de programas periodísticos (“La pedrada de Andrés” en canal 8) o tipo magazine (“Poemario Loncco” en que don Isidro Zárate Santillana intercalaba música arequipeña con la lectura de poemas y narraciones lonccas).
AREQUIPA CHOLA
Lo que en el cuarto momento se conoce como literatura loncca, en realidad, es una imitación de aquella expresión que utilizaron los lonccos mestizos en los tres momentos anteriores. Recordemos que la expresión loncca es producto de una conciencia oral. En el cuarto momento, las condiciones que permitieron su presencia han desaparecido junto con el loncco. Hoy el hombre que vive en el campo es un sujeto que sabe leer y escribir.
En consecuencia, la literatura loncca del cuarto momento es un producto de letrados (dominan la tecnología de la sociedad escrituraria) y donde el lenguaje tiene como finalidad la función poética. Por eso sus textos son escritos y no orales. Sus autores, en la mayoría de los casos –sino en todos- han seguido estudios escolares, universitarios o de otra índole.
Entonces estamos hablando aquí de ficción de la oralidad. Es decir, de sujetos letrados que utilizan la estrategia de la oralidad para simular un tipo de literatura oral, tal como lo hicieron autores latinoamericanos caso Rulfo, Joao Gimaraes Rosa y Augusto Roa Bastos (Pacheco). Sin embargo, la diferencia entre este grupo de escritores latinoamericanos y los autores de la llamada literatura loncca estriba en lo siguiente: los primeros, no se definen como auténticos representantes de las trastierras que ficcionalizan; en cambio, los escritores lonccos sí lo hacen. Afirman ser los auténticos y verdaderos arequipeños: “Es por eso, que como legítimo loncco, por ser hijo y nieto de lonccos, he querido poner un grano de arena en el folklore de mi pueblo, dando a conocer el arte del cual nadie quiere hablar, sólo los verdaderos arequipeños que se sienten muy orgullos de tener su yaraví y su poesía loncca” (García).
¿Qué pretenden estos textos? En resumen, contienen el mismo discurso de inicios del siglo XX. Proponen una Arequipa chola, aunque con otros matices. No en vano se define al loncco como el “auténtico arequipeño que domina el campo, es agricultor y chacarero” y se opone al ccala que “es la persona que vive en la ciudad” (García).
En estos textos lonccos contemporáneos se descubre que Arequipa aparece como zona de agricultores; no zona industrial ni comercial. Según estos textos, lo auténticamente arequipeño viene del campo y no de la ciudad.