“PIENSO, LUEGO EXISTO”

Por Julio Lopera Quintanilla. (*)

René Descartes, genial filósofo, matemático y físico, es el gran padre de la filosofía moderna. Un brillante filósofo francés que reflexionando profundamente sobre la conciencia pensante del hombre abrió los caminos que conducirían a la Ilustración. Fue, también, un hombre de ciencia. Como científico realizó aportes valiosos en el campo de la geometría analítica, la Física y la Óptica.

René Descartes nació la mañana del 31 de marzo de 1596 en la Haya en Tournaine, Francia. Fue su padre Joachim Descartes un importante Consejero del Parlamento de Bretaña y su madre Jeanne Brochard, hija del alcalde de Nantes. Siendo muy niño Descartes, falleció su madre, pero su padre le prodigó gran cariño y lo llamó el Pequeño Filósofo porque siempre se estaba haciendo preguntas.

René Descartes estudió en el Collège Royal Henri – Le – Grand, la Flèche de París. Durante los años escolares aprendió Filosofía Escolástica, Matemáticas y Física. Pero ello, no lo distrajo de la lectura de los libros de Aristóteles y Platón.

Contando con dieciocho años, el talentoso joven René Descartes ingresó a la Universidad de Poitiers para estudiar Derecho y Medicina. Para 1616, tenía ya el Grado Académico de Bachiller y el Título Profesional de Licenciado en Derecho.

En 1618 estando en la ciudad de Breda, trabó amistad con el famoso sabio judío Isaac Beeckman quien estimuló al francés para que se interesara en la física y las matemáticas.

En 1619 luego de haber estado una temporada en París, abandonó   la capital francesa, marchó luego a Dinamarca donde permaneció un tiempo y de allí, se encaminó a Alemania donde residió una temporada hasta que en 1622 regresa de nuevo a París para vender sus bienes y asegurarse una vida independiente. En París residirá un largo periodo, en esa época formará parte del grupo Los Libertinos en los que el francés discutirá y debatirá sobre muchos temas con intelectuales de la época, con ello su enorme capacidad y sus vastos conocimientos serán ampliamente conocidos en el mundo intelectual parisino. En 1632, marcha a los Países Bajos, encontrando en esas latitudes un lugar propicio para la reflexión filosófica en el contexto histórico y político de una Europa que se desangraba por la Guerra de los Treinta Años.

En 1637 publicó El Discurso del Método, en esta obra el francés rompe con la escolástica que se enseñaba en las universidades. Presenta el método que puede llevar a encaminar bien la razón humana para buscar la verdad en las ciencias, realiza una crítica a las mismas y también critica la filosofía escolástica de su tiempo. Descartes sostiene también en El Discurso del Método que hay que renunciar a creer en las opiniones y creencias con las que nos han educado y dudar con nuestra razón en forma metódica y provisional para poder llegar a la verdad. La duda metódica lo llevó a proponer su famosa declaración filosófica: “Pienso, luego existo”

En 1641, Descartes escribe Meditaciones Metafísicas, libro en el que afirma que Dios existe, que es perfecto y es inmortal. Asevera también en esta obra que los hombres tienen también un alma inmortal. Sostiene además que los seres humanos debemos evitar acostumbrarnos a las ideas falsas y debemos destruirlas. De otra parte, afirma que la existencia del hombre es una certeza, aunque muchos la pongan en duda. Igualmente, sostiene que el entendimiento y la voluntad son las herramientas que permiten distinguir lo verdadero de lo falso.

Es verdad, que Descartes era un católico muy devoto y también que uno de los propósitos de las Meditaciones Metafísicas era defender la fe de la Iglesia romana, sin embargo; evitó demostrar los dogmas teológicos. Cuando fue cuestionado por no haber establecido en su libro la inmortalidad del alma afirmó: “No me comprometo a tratar de usar la razón humana para resolver ninguno de estos asuntos que dependen del libre albedrío de Dios

Edmund Husserl en su libro Las Meditaciones Cartesianas, que trata sobre las meditaciones de René Descartes afirma: “Las meditaciones cartesianas no pretenden ser pues, una simple cuestión privada del filósofo Descartes, por no decir una mera y brillante forma literaria dada a una primera exposición de primeros principios filosóficos. Establecen, por el contrario, el prototipo de las meditaciones para todo filósofo incipiente, las únicas de las cuales puede brotar originariamente una filosofía”.

En 1643 publicó Las Pasiones del Alma que fue incluido por la iglesia en el catálogo de los libros prohibidos. En esta obra René Descartes define las pasiones como: “Las percepciones, sensaciones o conmociones del alma que son causadas, mantenidas y fortalecidas por algún movimiento de espíritus”, Descartes sostiene que las pasiones son beneficiosas para la existencia humana, pero asevera que el ser humano debe esforzarse por comprender mejor la función de las pasiones para controlarlas y no ser controlados por las mismas.

En 1644 publicó su Principia Philosophie, que es una síntesis de El Discurso del Método y su Metafísica. En esta obra, el filósofo francés plantea una explicación general del Universo, en la que plantea que la única causa de las entidades físicas del mundo material es la influencia física. Sostiene que no hay una causa divina.

En la obra filosófica de este gran pensador es interesante señalar que el hecho que él haya afirmado que la única causa de las entidades del mundo material es la influencia física, no le impidió creer en Dios y en la inmortalidad del alma. En el mes de setiembre de 1649, la reina Cristina de Suecia invitó a René Descartes a Estocolmo. En dicha ciudad falleció de una neumonía el 11 de febrero de 1650, a los 53 años de edad.

Julián Marías eminente filósofo español, discípulo de Ortega y Gasset y también del gran pensador Zubiri afirma: “René Descartes es la figura decisiva del paso de una época a otra. La generación que marca el tránsito del mundo medieval al espíritu moderno es la suya. Descartes- ha dicho Ortega – es el primer hombre moderno”.

DATO

El gran filósofo René Descartes dejó una profunda huella en la filosofía del siglo XVII por la solidez de sus conceptos que tienen la consistencia propia de las matemáticas y de la física. ¡Justo homenaje al gran filósofo francés!

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