Una visita cuestionada

Por: Carlos Meneses

La diplomacia peruana tendrá que ser muy cuidadosa para evitar que la puesta en marcha de Chancay provoque un conflicto entre China y EE.UU.

Cuando la presidenta Dina Boluarte fue a China consiguió que el mandatario de ese país prometiera su asistencia a la inauguración del más grande embarcadero de mercadería, el puerto de Chancay, en oportunidad de una cita de APEC.

De otro lado, el resultado de las elecciones de noviembre en la que se elegirá al nuevo jefe de Estado de los Estados Unidos (EE.UU.) ha puesto en alerta a la diplomacia norteamericana a la que no le gustaría que el elegido por los estadounidenses tenga conflictos con el mandatario chino.

De seguro, en este momento, se están haciendo grandes esfuerzos diplomáticos para conseguir, finalmente, que tanto China como los Estados Unidos puedan intercambiar experiencias y propósitos con respecto de Chancay.

En el caso que el triunfador de las comisiones estadounidenses sea Donald Trump, el gobernante chino, Xi Jinping sí vendrá para evitar que la cita de APEC sea un éxito para él.

Lo que está dificultando un buen entendimiento es la crecida flota de pescadores chinos en la zona norte del Perú, que está provocando la protesta peruana y la limitación del trabajo de los hombres del mar quienes no pueden realizar actividad cotidiana porque las grandes embarcaciones chinas se lo impiden.

El gobierno del primer ministro Gustavo Adrianzén quiere quedar bien con Dios y con el diablo y por eso se ha buscado a un diplomático de vieja data para contentar a unos y a otros y particularmente a quien sea electo presidente de EE.UU. y que tenga oportunidad de llegar al Perú para el estreno del puerto de Chancay, que durante 30 años conducirán en forma exclusiva los intereses de China.   

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