MAHATMA GANDHI: “IDEALISTA PRÁCTICO”
Por: Edgard Norberto “Beto” Lajo Paredes
Practicó lo que predicó, declaró: “Una idea echó profundas raíces en todo mi ser: el convencimiento de que la ética era el fundamento de las cosas, y la verdad, la esencia de toda moralidad” (Gandhi de Heimo Rau, Biblioteca Salvat de Grandes Biografías, 1985, p. 30). “Una estancia por motivos de estudios en Gujarat abrió nuevos senderos en mi mente y en mi corazón, y su lema -paga bien por mal- se convirtió en mi principio básico, influyéndome de tal manera que me sirvió de guía en múltiples experiencias” (p. 30).
Inglaterra guardó la riqueza cultural de su colonia “Es realmente una ironía del destino que el libro de la sabiduría hindú que fundamentaría toda su vida interior no lo conociera en su patria, sino precisamente en Londres” (p. 36). Esto no hizo España con los quipus y otras expresiones culturales del Tahuantinsuyu, de ahí el desconocimiento de su significado, como dijo Luis Alberto Sánchez, necesitamos nuestro Champollion.
Respecto a su profesión, señaló: “Comprendí que la auténtica función de un abogado consistía en conciliar posiciones encontradas. Esta enseñanza se me quedó grabada que gran parte de los veinte años que me dediqué a la abogacía la empleé en lograr una avenencia entre las partes en multitud de casos. Con ello no perdí ni una sola vez dinero, y desde luego no arriesgué mi tranquilidad espiritual” (p. 53). Diferencia con el pleitismo abogadil, uso de medios vedados o acudir a vacíos legales para ganar el juicio, sin importar la justicia.
No fue indiferente a ciertos hechos “le desagradaba la mendicidad por las calles de las grandes ciudades y la suciedad e impuntualidad de los trenes (Gandhi viajaba en tercera clase para conocer mejor al pueblo), y condenaba con especial dureza los sangrientos sacrificios de cabras en el templo de la diosa Kali en Calcuta” (p. 62). Tenía la convicción de “Lo bien hecho dura para siempre”, debe ser lema de gobernantes y líderes sociales. “Cuando Gandhi adoptaba un pensamiento como lema, le parecía una ignominia no obrar de acuerdo con él; la incoherencia entre pensamiento y acción le resultaba insoportable; su meta era armonizar teoría y praxis” (p. 70).
Gandhi creía: “Oriente y Occidente no están separados por barreras infranqueables. No existe lo que se llama civilización europea u occidental, sino una civilización puramente materialista. Si mañana la India se sacudiera el yugo británico y surgiera un gobierno hindú basado en los mismos principios, la India no mejoraría ni un ápice, a no ser que pudiera detener el flujo del dinero hacia Inglaterra, pero incluso en este caso, la India sería un país de cuarta o quinta fila, un simple imitador de Europa o América”, la independencia del Perú no significó una mejora, siguió la explotación de los indígenas, el saqueo de las riquezas, la desigualdad de las personas.
Categóricamente, indicaba “Un aumento del bienestar material -es preciso señalarlo una vez más- en modo alguno ocasiona un auténtico crecimiento moral”. (p. 83-84). El crecimiento económico es insuficiente, también y, sobre todo, se debe impulsar el crecimiento moral, cultural y pedagógico. No fue fundamentalista, siguió a pensadores de occidente, “Tolstoi, Ruskin, Thoreau, Emerson y otros escritores, y a los maestros de la filosofía hindú” (p. 85).
Creó comunidades: granja Phoenix Granja Tolstoi “de régimen económico completamente autárquico. Al igual que el trabajo diario en los campos, también era obligatoria la participación en los actos religiosos que respondían a las creencias particulares de cada uno de los integrantes de la comunidad” (p. 85). “Carecían de médico; la Medicina tradicional estaba rigurosamente prohibida; tan solo se permitían la hidroterapia y los tratamientos a base de arcilla practicados por el propio Gandhi. Los niños no tenían maestro; por la mañana ayudaban en las faenas agrícolas y por la tarde asistían a unas clases impartidas por Gandhi en las que no se empleaban libros de texto. Los mismos hijos de Gandhi crecieron sin una asistencia metódica a la escuela porque su padre consideraba prioritaria la educación del carácter antes que la adquisición de conocimientos. Gandhi abandonó, pues, el ejercicio de su profesión y se instaló con su familia en la Granja Tolstoi. En 1912 renunció solemnemente a toda forma de propiedad privada” (p. 85).
Entre la violencia y la indiferencia, optó por la no violencia, consiguió la independencia de la India, le costó penas de cárcel, con estoicismo lo soportó, fue tolerante y humilde, por decisión propia no ocupó cargo público y vivió en pobreza, sin lujos. Puso en práctica su idealismo.