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Marchando a contracorriente en el sector energía
Por César Gutiérrez
El Montonero
El reformismo en el sector energético se ha detenido hace 18 años y ahora los conservadores que manejan el establishment van por más, quieren marchar a contracorriente a las tendencias internacionales que tienen como guía los Objetivos del Desarrollo Sostenible, con miras al 2030.
En el sector energético el conservadurismo no tiene raíces doctrinarias como en la política, aquí prima el aserto: “salvo la facturación todo es ilusión”. Por supuesto con la complicidad de la clase gobernante que despacha desde la Plaza Mayor, en sintonía con la que se reúne en la Plaza Bolívar, y sus satélites del jirón Junín en el Cercado de Lima y en la avenida Las Artes del mesocrático distrito de San Borja.
Empezaré usando una frase trillada en el desacreditado Congreso: “una cuestión previa”. Recordemos dos hechos del pasado, en los que queda en evidencia que no son casualidades del destino la inobservancia de las leyes.
El primero de julio del 2006, con la Ley de Generación Eficiente (Ley 28832) se crearon las bases para la llamada “generación distribuida”; es decir, la producción de electricidad dentro de las redes de distribución. Han pasado 18 años y el reglamento no se promulga.
El segundo, de mayo del 2008, proviene de la Ley de Promoción de Energías Renovables (DL 1002), en la que se estableció que el Ministerio de Energía y Minas (Minem) debía pronunciarse cada 5 años sobre la participación de las renovables en la demanda. Han pasado 16 años y nunca ha salido pronunciamiento alguno.
Actualmente tenemos en cartera dos dictámenes pendientes de discusión en el pleno: 1) sobre la compensación para los costos del gas natural (GN) para las regiones, y 2) las modificaciones normativas que permitirían a solares ingresar al mercado de venta a distribuidores o consumidores finales. En ambos casos, el compás de espera es de larga data.
En cuanto a la compensación del costo del GN para los consumidores de las regiones, hay una prédica falaz y una realidad de fondo. La concentración colombiana del GN, como en las mejores épocas coloniales, tiene dos pregones.
El pregón número uno es conmovedor: “los provincianos tienen el mismo derecho que los limeños al bajo precio del gas”. Claro que quieren que se haga con recursos del menguado FISE (Fondo de Inclusión Social Energético). Y si no alcanzan, que es lo real, a echarle mano al bolsillo del consumidor.
El segundo pregón es prometedor: “solo si se igualan los precios del GN con Lima será posible la masificación”. Les traslado la pregunta: ¿la masificación la harán las distribuidoras con aroma de café, con sus propios recursos o quieren que el FISE más la caja fiscal les ponga fondos como ha venido ocurriendo, que no es la mejor manera de asignación de recursos públicos. La respuesta será que el Estado se haga cargo.
Lo que hay detrás de los pregones es que no quieren la competencia de los comercializadores de gas comprimido (GNC) o licuado (LNG) que los obliga a vender a los clientes industriales a tarifas de distribución menores a las máximas reguladas. De allí su persistencia por incluir en el mecanismo de compensación a los consumidores con demandas de hasta 900 metros cúbicos al mes. Si nos gusta jugar al mercado, la competencia es bienvenida.
El segundo dictamen que está en hibernación está relacionado con la creación de un bloque horario diurno (de 8:00 a 17:00 horas) en la tarifación de la generación eléctrica. Esto permitiría a los productores solares comercializar su energía, hoy vetada por una absurda regulación. Es evidente que en el bloque citado los solares serán muy competitivos respecto a las termoeléctricas a GN.