Prevención y gestión de los incendios forestales

Por: Luis Luján Cárdenas

REFLEXIONES

El cambio climático, el calentamiento global y las malas prácticas antropogénicas están acelerando la frecuencia de los incendios forestales en el planeta, especialmente en las Américas, poniendo en serios aprietos políticos, económicos y sociales a los gobiernos y sus respectivas naciones, donde lamentablemente los más afectados son las poblaciones rurales y amazónicas. Allí se registra mayor vulnerabilidad ante los fenómenos naturales, agravando la pobreza que no se detiene desde la pandemia del covid-19.

En la región se ha demostrado mucha incapacidad en la gestión de este tipo de desastres naturales, evidenciando que el problema solo podrá ser evitado y/o enfrentado con éxito a través de una política regional y/o global de prevención, control y resiliencia ecológica a largo plazo, porque la variabilidad climática se hará más compleja en el tiempo y los daños humanos y materiales serán mayores, salvo que la ciencia, la tecnología y la política inteligente caminen aceleradamente por una sola cuerda.

La destrucción por el fuego de los bosques tropicales de América del Sur, Centroamérica y Norteamérica tendrá un gran impacto a nivel global, fundamentalmente por la contaminación y degradación de ecosistemas que está causando.

El efecto invernadero se acelerará por la quema de madera, que está contaminando el cuerpo humano, el aire, el agua y la tierra; más especies animales y vegetales se extinguirán por el deterioro de su medioambiente; la desertificación se extenderá y habrá menos alimento y recursos naturales; los precios de los productos aumentarán, los productores agroganaderos entrarán en crisis, el turismo y la industria extractora y exportadora también; los mercados serán fuertemente impactados, la economía se resentirá, los gobernantes serán cuestionados por la falta de soluciones, la clase media se diluirá y las brechas sociales se extenderán, habrá más pobres, las inmigraciones aumentarán y se agrandará una espiral de problemas sociales e incertidumbre en países pobres y ricos.

Ya lo ha advertido bien el Banco Interamericano de Desarrollo (BID): “La solución no es sencilla, y requiere de un conjunto de políticas climáticas y ambientales direccionadas desde la restauración y protección hasta nuevas tecnologías para un manejo sostenible, una sólida gestión de riesgos de desastres, además de promover y fortalecer la gobernanza ambiental de la región”. La conservación y protección forestal contra las amenazas antropogénicas y del cambio climático es fundamental y a la vez urgente. Lo difícil es la concertación global de voluntades e intereses comunes.

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