Papá Chacalón y el cambio cultural del Perú

Por: Ricardo Montero

REFLEXIONES

Muchacho provinciano suena en los acordes de violines, contrabajos, flautas, trompetas, tambores; elegantes instrumentistas de una orquesta sinfónica tocan en un teatro el tema que Lorenzo Palacios Quispe, más conocido como Papá Chacalón, popularizó en las décadas de 1980 y 1990 sin la pretensión de ingresar a un repertorio sinfónico ni a un escenario de gala. 

En aquella época, la música de los migrantes no entraba a los espacios “cultos”. Papá Chacalón y su “Muchacho provinciano” vibraban en las ahora desusadas radioemisoras en amplitud modulada (AM), en los mercados, en los microbuses, en las fiestas de barrios periféricos, en los cerros de donde bajaban los seguidores del cantante muerto 30 años atrás.

Hoy, la escena es otra. Sus canciones resuenan en radioemisoras en frecuencia modulada (FM), en supermercados, en el metro de Lima, en las fiestas de barrios ricos y pobres, y en lujosas salas de conciertos donde la canta y la aplaude un público que proviene mayoritariamente de sectores medios y altos.

¿Qué ha cambiado para que la “música del cerro”, como alguna vez fue llamada, ahora sea aceptada y aplaudida en espacios que antes la rechazaba?

Décadas atrás, explica Jesús Cosamalón en su libro Historia de la cumbia peruana, muchos jóvenes limeños (entre ellos, yo) que vivían en el Rímac, La Victoria, Lince, Callao y otros barrios distantes de los asentamientos humanos consumían salsa y rock, y se resistían a la cumbia porque prejuiciosamente decían que los “chicheros” tocaban, cantaban y bailaban sin sabor, sin apreciar el buen ritmo, y que eran incapaces de hablar bien el español. En suma, los creían seres inferiores.

Cosamalón sostiene que el prejuicio y la ignorancia nos impidió ver (y escuchar) cómo el patito feo de las expresiones musicales de la cultura popular se transformaba en un hermoso cisne. “No percibimos su capacidad transgresora, su fuerza, su lírica relacionada con la etnicidad y la clase, e incluso su potencial político. La ideología y los prejuicios nos taparon los oídos”, afirma.

La historia de “Muchacho provinciano” es la historia de la Lima transformada en las últimas décadas del siglo XX por la masiva migración rural, la cual alteró profundamente la cultura de la ciudad. La urbe que alguna vez se pensó criolla y de élites se convirtió en mestiza, andina y popular; y Chacalón dejó de ser el “héroe” de las radios en AM, de los mercados, de los microbuses, de los cerros, para convertirse en portavoz de una nueva cultura que en el siglo XXI empezó a ser celebrada como parte esencial de una peruanidad impulsada por una generación de peruanos más conectada con su identidad mestiza y diversa.

Chacalón murió en 1994. Treinta años después, su música es seguida por los pobladores de la ciudad, y reivindicada por intelectuales, músicos y académicos, lo que ha facilitado su entrada a espacios donde antes era rechazada.

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