PLATÓN: DECEPCIONADO DE LA DEMOCRACIA

Por: Edgard Norberto “Beto” Lajo Paredes

Estuvo predestinado para la política, escribió, sobre “los principios de gobierno filosófico expuestos … en la República” (Platón La verdad está en otra parte de E.A. Dal Maschio, edición Batiscafo, S.L., 2015, p. 17), sin embargo, se decepcionó de la política, primero: porque “le tocó asistir a la decadencia de la antaño luminosa democracia ateniense, ahora en manos de demagogos como Cleón o Hipérbolo o de personajes poco edificantes como Alcibíades (de quien se cuenta que cortó el rabo a su perro en público y, cuando le preguntaron el porqué de esa acción tan reprobable, respondió con el argumento de que mientras el pueblo hablaba de su perro no criticaba su gestión)” (p. 15); segundo: “Por si las bajezas y muestras de incompetencia no hubieran sido suficientes, la reinstauración de la democracia desembocó en uno de los peores crímenes posibles a ojos de Platón: la sentencia a muerte de Sócrates, el sabio, el maestro, el faro que había iluminado y cambiado el rumbo de su vida. Con ello se daba el golpe de gracia a la confianza del filósofo en las formas políticas al uso en la polis. Tras la muerte de Sócrates. Platón abandonó Atenas”. (p. 15 y 16).

A Platón se le debe repudiar, no admirar, por lo siguiente: “Bertrand Russell, el eminente matemático y filósofo británico …, dijo: Platón tuvo la habilidad de disfrazar planteamientos antidemocráticos de tal forma que engañaran a las generaciones futuras, que admiraron la República sin ser conscientes de lo que implicaban sus propuestas” (p. 78); explica el origen del Estado, “Anticipándose en unos dos mil años al planteamiento de Adam Smith en La riqueza de las naciones, para Platón el Estado surge de la incapacidad del individuo de autoabastecerse de cuantos bienes le son necesarios; así, los hombres se reúnen en sociedad para producir e intercambiarse los bienes que cada uno de ellos produce, dando lugar a una comunidad internamente diferenciada compuesta por zapateros, agricultores, pastores, alfareros…” (p. 82), seguimos leyendo: “el Estado próspero es aquel en el que cada individuo realiza las tareas para las que está mejor capacitado, y solo estas.” (p. 82-83). Propone un Estado ideal, el mismo “se compone de tres clases rígidamente separadas y con funciones específicas. En el ápice los guardianes-filósofos (o el guardián-filósofo) que ordena y gobierna, a continuación los guardianes-auxiliares (clase militar) que velan por el mantenimiento del orden, y por último la masa de ciudadanos productores, cuya misión se limita a abastecer de los medios necesarios para su subsistencia y las de las clases superiores.” (p. 83-84), con las siguientes características: “Sobre la clase inferior de los productores Platón tiene poco que decir, lo importante es que ‘la muchedumbre’ o el ‘rebaño’ produzca y obedezca” … “Las dos superiores, por el contrario, vivirán en un régimen de comunismo radical, compartiendo habitación, mesa e incluso mujeres e hijos, sin disponer de nada en propiedad privada, evitando así que puedan ser tentados por el egoísmo o los intereses particulares.” (p. 84). El autor de La República, a fin de evitar la degeneración de los filósofos gobernantes y guardianes del orden, propone dos mecanismos: “la educación y la selección.” (p. 86). “Para garantizar la calidad de la materia prima (los niños), se hace necesario arbitrar una serie de medidas que contribuyan a la selección de la raza, aplicando las mismas lógicas que empleamos en la cría de perros, caballos o aves.” (p. 86). “Así pues, de la misma forma que hacemos con los perros o los caballos, el Estado regulará las uniones sexuales entre los hombres y las mujeres de las clases superiores, de tal forma que los mejores procreen con las mejores y los menos aventajados con las menos aventajadas.” (p. 86-87); para ello, “el Estado inventará una gran mentira: simulará que las uniones son el resultado de un sorteo, que en realidad estará debidamente amañado para obtener los resultados deseados.” (p. 87); “los hijos que nazcan de ayuntamientos no regulados serán considerados hijos ilegítimos del Estado, y su destino no será otro que el aborto o el infanticidio” (p. 91); “Los hijos de los mejores ciudadanos serán llevados al redil común y confiados para su cuidado a ayas, que habitarán en un lugar separado del resto de la ciudad” (p. 92). “Los niños y jóvenes destinados a convertirse en guardianes serán arrancados de sus padres y conducidos anónimamente a una institución del Estado responsable de su educación … Una vez allí, seguirán un plan de formación común (gimnasia y música) … y solo los escogidos para convertirse en guardianes-filósofos continuarán con el estudio de las matemáticas, la astronomía y finalmente la dialéctica.” (p. 92); “en realidad ese itinerario formativo tiene más de adoctrinamiento y censura que de otra cosa.” (p. 93). Repudiable propuesta; es preferible la democracia a cualquier totalitarismo.

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