El fracaso de un rey
Por: Carlos Meneses
Lo que ocurre con la posición de México con relación a España y a la Iglesia católica perjudicará las buenas relaciones entre los conquistadores y los países de América que fueron colonizados.
Es costumbre de los reyes de España, en especial de Felipe VI, representar a su país en los actos de asunción de los nuevos mandatarios de América latina, pero en el caso de México no ha podido hacerlo por la exigencia del presidente cesante, Manuel López Obrador, quien quería que previamente el rey se disculpara de los abusos cometidos por los españoles en tiempos de la conquista.
El presidente español tampoco está de acuerdo con la exclusión, pero la jefa de Estado electa, Claudia Sheinbaum Pardo ha conformado su apoyo a la propuesta del presidente cesante.
Si el ejemplo de México cundiera, tampoco en Perú el 2026 se aceptaría la presencia del rey de España, salvo que los españoles satisfagan los deseos de América aborigen y también devolvieran lo que se pagó en cuartos de oro y plata para evitar la muerte de Atahualpa.
El rey de España ya había llegado a México cuando sobrevino la impertinente demanda de la nueva presidenta y su apoyo a la exigencia planteada. Felipe VI no ha hecho ningún comentario y ha dejado en manos del Ministerio de Relaciones Exteriores español la solución final.
Pero por la resolución adoptada por la actual presidenta del gobierno de México, la consecuencia final sería que nadie del gobierno español esté presente en la renovación de cargos que debe ocurrir el primero de octubre.
También está en situación incómoda el Vaticano porque los mexicanos se quejan de la activa participación de la Iglesia en contra de los nativos que en ningún momento acogieron a los religiosos que llegaban como parte de las expediciones españolas