Cuide su salud mental, la de su familia y del país

Por: Susana Mendoza Sheen

REFLEXIONES

Ayer se conmemoró el Día Mundial de la Salud Mental, un aspecto de nuestra vida cotidiana todavía poco apreciado porque es frecuente observar que las personas le damos más prioridad al trabajo, a los estudios o a tener bienes materiales porque creemos que así debe ser o es normal hacerlo.

Solo atendemos nuestra salud mental cuando atravesamos una crisis y nuestro cuerpo nos pasa la factura con una enfermedad o, el extremo, con la imposibilidad de levantarnos de la cama porque no damos más.

¿Por qué ocurre? Porque no tomamos en cuenta aspectos que son característicos en todos los seres humanos: los emocionales y psicológicos; pero también los sociales y físicos.

Hemos normalizado muchas cosas, como trabajar más de 10 horas en malas condiciones, no hacerles caso a nuestras emociones, como la rabia o el resentimiento que muchas veces sentimos y reprimimos; alzar la voz o gritar en casa si en la familia hay diferencias de opinión, o recurrir al insulto o al golpe para resolver un problema.

Pero también hemos normalizado otras que suceden fuera de casa: el incumplimiento de las normas, que se siga viendo a personas con visibles problemas mentales deambulando por las calles o que en la esfera política la mentira se expanda con impunidad.

En su libro El mito de la normalidad, Gabor Maté destacado médico húngaro-canadiense especializado en el estudio de la adicción, el trauma, el desarrollo infantil y el impacto del estrés en la salud, explica que “el neologismo normalizar se refiere al mecanismo por el que algo anteriormente considerado aberrante se convierte en suficientemente normal para que no lo detecte nuestro radar”.

No es normal seguir viviendo fragmentados y creer que el insulto y la humillación no afectan emocionalmente al niño y adolescente que lo recibe, que el trabajo es el mejor remedio para evitar la tristeza o que la pobreza en la que viven millones de familias peruanas solo es económica.

Cada una de las prácticas descritas son síntomas de un problema que aún no se atiende. Son manifestaciones de creencias, de maneras de ser que estamos aceptando sin oponer resistencia. El que humilla fue humillado antes, el que reprime su tristeza teme su vulnerabilidad, la persona que miente no es capaz de enfrentar sus miedos.

Esta fecha es una oportunidad para preguntarnos, solos o en familia, con amigos, frente al mar, desde las partes altas de los cerros o con una copita de vino: ¿Es normal lo que estamos viviendo? ¿Que la ansiedad y la depresión aumenten cada día? ¿Que la violencia sea la forma de relacionarnos entre nosotros? Inténtelo, hoy día exprese lo mejor de usted.

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