La muerte de un maestro

Por: Carlos Meneses

El crimen del profesor Pacheco debe ser investigado diligentemente por las consecuencias que se derivan del incidente ocurrido, por primera vez, en un colegio donde han sido testigos sus alumnos.

Lo ocurrido a un maestro del colegio Julio C. Tello, ante sus alumnos, es causa de pesar colectivo. Hasta ahora, que se sepa, es el primer profesor que cae víctima de la demencia delincuencial y revela que las deficiencias que se observan en la lucha contra la criminalidad son mucho más graves de las que se conocían.

Julio Pacheco Pimentel, la víctima del crimen, no tuvo la previsión de averiguar quién y con qué propósitos lo buscaban y salió para responder supuestamente a un notificador judicial. El docente estaba rodeado de sus alumnos cuando el asesino le disparó tres veces al cuerpo para luego huir a bordo de un mototaxi, dejándolo mortalmente herido.

Hoy en el colegio se despedirá a un profesor que tenía normas de conducta comunes a todo maestro y mientras la Policía investiga los pormenores de lo ocurrido, medidas preventivas tienen que ser tomadas en los propios planteles para proteger la vida no solo de maestros, sino también de menores. Hay que determinar, en primer lugar, la causa de este nuevo deceso, pues se trata de una modalidad que antes no había ocurrido y hay un trauma en el plantel donde enseñaba.

Julio Pacheco Pimentel no solo ha resultado la única víctima del crimen, están los niños que lo querían y respetaban. Habrá que hacer seguimiento a las consecuencias psicológicas que han sufrido sus alumnos y docentes quienes lo vieron agonizar y morir.

Recibió auxilio médico, pero este resultó tardío e insuficiente a pesar de los esfuerzos de 3 voluntarios que acudieron en su auxilio.

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