Los Picapiedra, Los Supersónicos y las relaciones laborales

Por: Ricardo Montero

REFLEXIONES

Los peruanos solemos agrupar en cuatro grupos los problemas que afectan al país: Economía, Seguridad, Corrupción y Política, y dentro de estos mencionamos problemas específicos. Por ejemplo, pobreza, desempleo, inflación (costo de vida) e informalidad laboral como lastres económicos. 

Para ilustrar que tan compleja resulta nuestra realidad, recurro a dos icónicas series de la década de 1960: Los Picapiedra y Los Supersónicos, que ambientadas en universos distintos, prehistórico y futurista, respectivamente, comparten problemáticas sociales que perduran hasta nuestra época.

Pedro Picapiedra, como trabajador en una cantera, enfrenta problemas laborales, como explotación, precariedad y bajo salario, similares a los que viven muchos peruanos, sobre todo aquellos que trabajan bajo condiciones de informalidad. Por otro lado, Los Supersónicos, habitantes de un mundo increíblemente tecnologizado, también enfrentan desigualdades y presiones laborales que resuenan en nuestra realidad. En este caso, la paradoja surge cuando se observa que un mundo altamente científico, competente y generador de comodidades, también intensifica las desigualdades y tensiones en el ámbito laboral, un reflejo de las nuevas formas de explotación que emergen en el mundo contemporáneo.

En nuestro país, donde los niveles de desigualdades, precariedad e informalidad laboral son alarmantes, encontrándose entre los más altos del mundo, cabe preguntarnos si hemos avanzado o estamos atrapados en un ciclo de repetición similar al de esas series animadas creadas más de 60 años atrás.

Solo echemos un vistazo a un dramático dato: la informalidad laboral es uno de los obstáculos que impide a unos 12 millones de compatriotas gozar de una vida más plena y desenvolverse en condiciones dignas. El autoempleo precario y el empleo en empresas informales son mecanismos de explotación, lo que resalta la urgencia de abordar este tema.

Pero, además, la desigualdad de género, la marginación social y la explotación laboral, derivados de la informalidad, y en algunos casos, de la propia formalidad, son problemas persistentes que requieren una atención urgente.

Las autoridades y la sociedad civil deben trabajar unidas para encontrar soluciones efectivas, como simplificar la legislación para permitir a las pequeñas empresas formalizarse y fomentar la capacitación de los trabajadores. La experiencia de países como Chile, que ha reducido su tasa de informalidad a un 28%, puede servir de guía.

Los Picapiedra y Los Supersónicos nos ofrecen lecciones relevantes. Nos recuerdan que el verdadero progreso se mide por la capacidad de cada individuo para acceder a una vida digna y plena, y en el poder de las sociedades para lograr que cada uno de sus miembros viva decentemente. Enfrentar la pobreza, el desempleo, la inflación y la informalidad laboral no es solo un asunto económico, sino un imperativo social que debemos abordar con urgencia y compromiso.

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