LA RULETA DEL FRACASO
Por Juan Manuel Zevallos Rodríguez – Psiquiatra y Magister en Salud Mental del Niño Adolescente y Familia.
El mundo, nuestro planeta Tierra da vueltas alrededor de su eje y en virtud del denominado movimiento de rotación se generan los fenómenos cotidianos del día y la noche. Invariablemente a lo largo de nuestra existencia veremos dichos fenómenos de la creación, la división de la luz y la oscuridad, gobernando muchas de las decisiones que llegaremos a tomar.
HOY CONOCI EN EL MUNDO GENTE MARAVILLOSA
El principio de día y noche ha sido aplicado a la filosofía de la vida de muchos modos distintos. Se ha hablado de que no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo aguante. Se ha afirmado que luego de la tormenta viene la calma y que tras siete años de buena suerte ha de venir siete de mala suerte.
Todos los conceptos que se han establecido en nuestra filosofía popular no vienen más que a ratificar que después del día viene la noche y que sólo la oscuridad puede ser tan marcada antes que despunte la primera luz solar.
En virtud de lo antes señalado podemos concluir: siempre habrá una solución a un problema, no hay situación inconclusa que pueda albergar una imposibilidad plena en su ejecución.
Pero ¿acaso no nos vemos rodeados de una serie de pensamientos que gobiernan nuestra mente y nos dicen reiteradamente que no hay solución para algo?
Día a día suelo escuchar lo mismo, ¡no hay solución!, ¡la esperanza está perdida!, ¡soy un fracasado!, ¡luego de lo que hice ya no vuelta para atrás!
Nosotros mismos con nuestras palabras no acuchillamos. Nosotros mismos mediante el modo que interiorizamos dichas palabras abrimos un cañón profundo en el suelo que nos lleva a alejarnos mucho más de la meta anhelada.
Somos insensibles con nuestros sueños, con nuestros objetivos de meta. Los manchamos día a día con conceptos, ideas y exclamaciones con profundos sentimientos, de una inagotable vena de frustración. Dicho de un modo bíblico: somos los Judas de nuestra existencia.
Podemos equivocarnos muchas veces en las cosas que hacemos, dichos errores se darán por nuestra ignorancia, por nuestra falta de preparación o quizá por nuestra imprudencia. Bien, por ello no hay problema, el conocimiento y la paciencia con el paso del tiempo se puede ir adquiriendo y en virtud de ello las soluciones inconclusas para el problema planteado se irán dando y así, ya sea en el largo o en el corto tiempo los proyectos iniciados con tantos errores se irán llenando de virtudes hasta alcanzar su realización.
Hay que ser pacientes en la ejecución de los proyectos, todo tiene un tiempo para su ejecución y todos tenemos un tiempo interno para lograrlo.
Hasta aquí todo parece claro, debemos prepararnos adecuadamente tanto en el aspecto intelectual como en el emocional para lograr dar solución a los obstáculos que se nos presentan en la vida, para interiorizar el aprendizaje y para volverlo fuente de inicio de nuevos proyectos.
Pero hay gente en el mundo que una y otra vez fracasa en lo mismo. Una y otra vez llena su ser de frustración y no obtiene aprendizaje en la acción que realiza y por ende el proyecto final se halla cada vez más lejos de su logro físico.
Si alguno de ustedes se halla en la situación antes descrita, intenta e intenta pero no logra alcanzar el resultado esperado, podría ser que te halles ante alguna de las siguientes circunstancias:
De seguro estas avanzando por el camino adecuado, pero te falta llevar a cabo un esfuerzo más intenso y comprometido para lograr el resultado esperado. Esto es algo así como cuando buscas agua en el desierto, ya has hecho un hoyo profundo en la arena y no sale nada, pero tienes fe en la labor que realizas, tienes el convencimiento racional que estas por el buen camino por que tu conocimiento académico te ha dicho que por debajo del desierto corre agua y entonces, asumes un compromiso más importante, escarbas más y luego más y de pronto, el resultado ahí está, brota agua pura.
De seguro estas deambulando por el camino equivocado y nunca llegarás al destino que tanto esperas. Esto es algo así como aquel que inicia una caminata de noche siguiendo el sentido de rotación de la tierra buscando alcanzar más prontamente la luz solar en un nuevo amanecer. Si éste sujeto de la historia avanzará al mismo paso que lo hace la tierra de seguro nunca alcanzaría a ver la luz solar en todo su proyecto de vida.
Si eres uno de aquellos sujetos descritos en el segundo caso, esto significa que eres uno de aquellos que están haciendo las cosas mal y que persevera insensatamente en seguir haciendo las cosas mal.
Si a lo largo de tu vida has tomado una serie de decisiones que te han generado frustración porque obstinadamente continúas tomando las mismas decisiones, ¿no será que al seguir eligiendo los mismos actos de violencia seguirás obteniendo insatisfacción?
Bueno pues, si no hay un convencimiento científico pleno para perseverar en un acto, bueno, no perseveres en él. Lo mejor deberá ser innovar tus actos y llevar a la práctica un nuevo programa de realización personal. Quizá lo que debas de hacer es cambiar tus actitudes y tu forma de ver el problema, quizá debas de alejarte de la situación en conflicto para tener un mejor panorama de la situación inconclusa o quizá sea solo cuestión de hacer algo distinto a lo que hiciste ayer para lograr un mejor resultado en el hoy.
Muchas esposas suelen decirme, “ya le he dicho mil veces a mi esposo que no deje su camisa en ese lugar y persevera en esa actitud de desorden ¿qué puedo hacer doctor?” La respuesta es realmente sencilla, si se lo dijiste enojada ahora díselo con palabras de amor, de seguro los resultados serán distintos.
Y es que así somos los seres humanos, a menudo reiteramos una actitud buscando el cambio de los seres de nuestro entorno, pero no hallamos resultados favorables. Entonces perseveramos en dichos actos de imposición para lograr disciplina y logramos por el contrario más rebeldía. Entonces perseveramos, nos decimos interiormente “este sujeto no nos va a ganar” y desatamos una guerra no declarada con la sola intención de ganar.
Ya lo valoramos en el capítulo anterior, por el hecho de vivir ya somos triunfadores.
Si no hemos logrado que una persona cambie desarrollando una actitud de modo regular por un buen tiempo lo más seguro es que dicha persona cambie con una actitud distinta desarrollada por nuestra parte.
No debemos de hacer perseverar la ruleta del fracaso en nuestra existencia solo por la terquedad de que “así son las cosas”. Recuerda, no hay nada absoluto en el mundo. Cada acto es único e irrepetible. Lo que ayer funcionó para solucionar un problema probablemente hoy sirva para solucionar un problema similar pero no necesariamente siempre servirá para solucionar problemas de características similares.
La ley de la probabilidad también nos habla de ello en lo que respecta a la conducta humana. Podremos intentar hacer un mismo acto para el cual estamos plenamente preparados veinte veces. Lo más probable es que en diecinueve de dichas veces alcancemos lo esperado y en uno de dichos actos erremos.
No hay problema en fallar lo grave en la vida es no intentar. Solo se equivoca aquel que hace. Nunca errará el que se mantiene al margen de los acontecimientos y asume pasivamente su vida. Sólo aquel que hizo algo podrá sentirse satisfecho con lo que hizo, fuera un gran logro o si fuera sólo un acto de aprendizaje.