Las democracias en los países de Latinoamérica están en crisis
Por: Germán Yuca Ch.
Con motivo de la décima edición del Hay Festival en Arequipa, el periodista Diego Enrique Osorno conversó con diario El Pueblo sobre el complejo contexto del periodismo en México y su nueva obra literaria.
DIEGO ENRIQUE OSORNO
Diego Enrique Osorno es un reconocido periodista, escritor y documentalista mexicano, conocido por su trabajo en temas de justicia, narcotráfico, política y migración en América Latina. A lo largo de su carrera ha desarrollado una sólida reputación por su estilo narrativo y enfoque incisivo en sus investigaciones periodísticas, en las que aborda los temas más complejos de la realidad mexicana, como la violencia y corrupción en torno al narcotráfico.
¿Qué tan difícil es ejercer la profesión de periodista en un país tan complejo como México?
-Bueno, creo que en general estamos en un momento histórico en el que el periodismo está muy alicaído por todas estas transformaciones que ha tenido la comunicación. Partimos de tener periódicos, radios y televisoras que eran referenciales en sus comunidades y ciudades que ahora han quedado relegados frente a una nueva configuración de la comunicación; donde las redes protagonizan o centralizan una discusión que antes se daba en los medios de comunicación.
¿Cuál es la situación particular de México?
-En primer lugar, en México, como en todo el mundo, los periodistas hemos padecido una transformación en las condiciones en las que hacemos nuestro trabajo. El periodismo, desgraciadamente, nunca ha sido un oficio que tenga todas las condiciones materiales para poder hacerse. Es, como yo lo veo, de personas que tienen algún tipo de misión en la cabeza o en el corazón y que asumen este trabajo con ese apasionamiento.
Entonces, tenemos, en primer lugar, esa crisis estructural también afectando a todos los medios de comunicación. Luego, esa crisis ha generado también una realidad en la que la discusión pública queda muy desbordada de desinformación, de mentiras, de fake news, como se le llama ahora, en la que el periodismo también, paradójicamente, cuando debería tener más sentido, ha perdido un valor. Porque buena parte de las audiencias no están buscando la verdad, digamos, o acercarse a la verdad, sino están buscando ratificar su verdad, su visión de lo que pasa.
Entonces, estructuralmente estamos igual que seguramente están ustedes aquí en Perú, que están mis colegas en Argentina y en cualquier otro lugar del occidente. Por si fuera poco, particularmente México vive una crisis humanitaria desde hace más o menos 15 años. Hay una realidad muy, muy lacerante, que sobre todo es más cruda en las periferias. O sea, no en la capital del país, aunque sí, sí lo hay, hay acoso, hay amenazas, hay hostigamiento, pero hay una realidad muy, muy directamente asesina contra colegas periodistas que buscan la verdad en medio de este problema estructural que tenemos los periodistas y que se agudiza en muchas regiones del país donde se busque la verdad.
Justamente en ese punto me gustaría ahondar. Desde Latinoamérica se tiene la percepción de que debido al narcotráfico y, lo que muchos denominan, los narco-gobiernos es bastante riesgoso ejercer el periodismo en México. Según tu experiencia, ¿cuánto limita este contexto al periodismo?
-Es un contexto criminal, ¿no? Y se le pone el adjetivo del narco a una realidad que engloba no solo la parte criminal, pura y dura, o delictiva; sino que también a grupos políticos y a grupos económicos. O sea, intereses empresariales y de partidos políticos. Es una nebulosa que se simplifica con la palabra ‘narco’, pero que en realidad engloba más entes de los que tienen que ver con el fenómeno delictivo. Podría describir todos estos inconvenientes, las adversidades y que México está viviendo su peor crisis en cuanto a ataques de periodistas se refiere.
Nunca en la historia de México habían asesinado a tantos periodistas como sucede en estos últimos tiempos, nunca habían desaparecido, amenazado, criminalizado a tantos periodistas como ahora. A pesar de ello, creo que México vive su mejor momento periodístico. O sea, hay muy buen periodismo haciéndose hoy. Es verdad que hay muchas zonas donde se ha impuesto la censura, incluso la autocensura, pero eso no ha terminado por silenciar a los y las periodistas. Particularmente hay muchas mujeres periodistas haciendo muy buen trabajo y haciéndose un espacio para publicar. (…) México tiene un periodismo muy boyante, muy osado, que no se ha echado para atrás pese a las adversidades que representan esta crisis humanitaria que está viviendo el país en cuanto a violencia y política.
En este contexto ¿crees que esta situación tan complicada desincentiva a los jóvenes a estudiar periodismo en México?
-De hecho, la universidad donde yo estudié, en Monterrey, la Universidad Autónoma de Nuevo León, ha reducido la cantidad de matrículas de estudiantes de periodismo. Es algo que creo que es una tendencia en otras universidades de México. Una es, esto que ya decíamos, se ha desvalorizado el periodista a un nivel profesional, porque se cree que cualquiera puede informar desde las redes. Entonces eso ha generado un desaliento en la matrícula de estudiantes, pero lo otro que es innegable es que hay miedo, ya los jóvenes no quieren, ni los papás los alientan a estudiar periodismo en México, por la realidad que se sufren tanto económicamente como de seguridad. Eso es un hecho. Pero paradójicamente hay muy buen periodismo. Tú ves todo el territorio, hay muy buenos periodistas en el sur de México, buenos periodistas en el norte, en el sur, afortunadamente el periodismo de México no se ha rendido a las adversidades.
Me gustaría relacionar este punto con el contexto peruano. En el país también vivimos una crisis política tras la asunción de la actual presidenta, esto ha provocado descontento y violencia. ¿Encuentras algún paralelismo entre la situación peruana y la mexicana?
-No conozco a detalle el caso peruano. Espero conocerlo estos días, me interesa mucho actualizarme. Yo te diría, como espejo entre México y Perú, hay dos factores. Uno es la crisis de las democracias. Las democracias en Latinoamérica están en crisis, nuestra democracia referencial, que era la democracia estadounidense, acaba de elegir a un cretino, a un racista, a un delincuente y cínico confeso como presidente; y fue electo democráticamente. Entonces hay algo que está pasando, que está ya haciendo cortocircuito con el modelo de la democracia. Eso pasa en México, pasa en Perú, pasa en todo el mundo. El segundo es que frente a esa crisis que está ocurriendo en nuestras democracias latinoamericanas, pues los estados, los gobiernos están teniendo que usar cada vez más el ejército para controlar el caos, para controlar la incertidumbre. Los gobiernos cada vez recurren más a la fuerza militar, al autoritarismo y al uso de los ejércitos.
He tenido acercamientos a dos de tus libros: El Cártel de Sinaloa y Un vaquero cruza la frontera en silencio. Me sorprendió la amplitud de temas, ¿Cómo definirías tu trabajo?
Bueno, a mí me interesan mucho tres temas que fueron dándose de manera muy orgánica, guiados por mi curiosidad de periodista. En primer lugar la modernidad me interesa mucho porque me gusta pensar siempre en estos procesos en los que puede ser a nivel individual, a nivel personal, a nivel colectivo se genera un cortocircuito y esa descarga eléctrica que son todas las rebeliones o revueltas ponen una misma frecuencia a un grupo de personas.
El otro es el poder. Creo que en Latinoamérica no necesariamente hemos podido mirar al poder. O sea, hay algo que yo entendí muy pronto en este proceso periodístico, es que había que mirar al poder también y tratar de analizarlo. Hay que relatar desde la perspectiva de las víctimas. Nuestra obra fundacional como cronistas debe ser Operación Masacre de Rodolfo Walsh. A Sangre Fría de Truman Capote está contada desde la perspectiva de los asesinos, Operación Masacre desde la perspectiva de los sobrevivientes
O sea, así debemos ser los periodistas latinoamericanos, periodistas marcados por la mirada de las víctimas. Hay que mirar al poder porque ahí es donde se dan, a final de cuentas, muchas de las dinámicas que más afectan a nuestras sociedades.
El otro es el tema de la justicia. Vivimos en una región totalmente desigual, injusta y eso es algo que me gusta retratar. En resumen son la justicia, la rebeldía y el poder. Mi nuevo libro que ahora voy a presentar aquí ‘En la Montaña’ este sábado (ayer) retoma estos tres temas, pero a partir de dos conceptos: la utopía y la barbarie, o sea, me da la impresión de que la barbarie ya se volvió nuestra normalidad, y un poco lo que yo trato de reivindicar en este libro es la búsqueda de la utopía, o el replanteamiento de la utopía frente a la barbarie.
Respecto a tu nuevo libro. ¿Qué es lo que más satisfacción te deja, ahora que finalmente acaba de ser publicado?
Bueno, haberlo terminado en primer lugar, es un libro que me implicó subir a varias montañas del norte y del sur de México muy diferentes entre sí, muy, muy distintas. Me implicó subirme a un barco y cruzar el océano Atlántico con un grupo de indígenas rebeldes, me implicó revisar muchos de mis procesos más personales a la hora de hacer crónica, y me implicó mucho oído. Entonces, es un libro que, como te digo, creo que contrapone la barbarie de nuestros tiempos con la reivindicación de las utopías.
HOJA DE VIDA
Diego Enrique Osorno (1 de diciembre de 1980, Monterrey Nuevo León) es un escritor y reportero independiente que ha sido testigo y narrador de algunos conflictos del siglo XXI en México y otros países de América Latina.
Además de publicar crónicas y reportajes en medios como Gatopardo, Reforma, L’Espresso, Proceso, Newsweek, Internazionale, Letras Libres, Courrier International, Etiqueta Negra, VICE y El Universal, ha escrito diversos libros de no ficción y dirigido documentales.
En el año 2012 es considerado uno de los Nuevos Cronistas de Indias, según la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano. Ha sido testigo a ras de tierra de los principales conflictos sociales de la última década en México. Fuera del país ha hecho coberturas periodísticas en Líbano, Siria, Bolivia, Venezuela, Cuba, Colombia, Perú, Ecuador, Haití y Honduras, entre otros países.
Es autor de libros de crónica sobre temas políticos y sociales del México actual. Algunos de sus títulos, como El Cártel de Sinaloa (2009), La Guerra de los Zetas (2012) y Contra Estados Unidos (2014), han sido incluidos en las listas anuales de lo mejor de la literatura no ficción del diario Reforma. Varios de sus libros, como Slim. Biografía política del mexicano más rico del mundo (2015) han sido traducidos a diversos idiomas.
SEDES DEL HAY FESTIVAL AREQUIPA 2024
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- Colegio de Alto Rendimiento COAR Arequipa. Teodoro Valcarcel 300.
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- Teatro Municipal. Calle Mercaderes, 239.
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- Universidad Continental. Av. Los Incas s/n, Urb. Lambramani.