DE MORALIZADORES A PROCESADOS Y CONDENADOS
Por: Edgard Norberto “Beto” Lajo Paredes
En los años 2000 a la caída de la autocracia fujimorista, se vivió los escándalos de los vladi videos de Montesinos, los mismos eran grabaciones de hechos de coimas donde participaron políticos, empresarios, artistas, deportistas, periodistas, fiscales, jueces, militares de las Fuerzas Armadas, oficiales de la Policía Nacional del Perú; se vio la podredumbre, causó un remezón. Los ilusos creímos, con el impacto de los vladi videos de la corrupción, se frenará el saqueo de los fondos públicos, servirá para tomar conciencia y asumir conductas, por parte de los funcionarios públicos, de honestidad y transparencia, de eficiencia y vocación. Se publicó y difundió el libro “Historia de la corrupción en el Perú” de Alfonso W. Quiroz. Nos indignamos y nos volvimos honrados. ¡Mentira! Los primeros moralizadores fueron los generales del Gobierno Militar de la Revolución Peruana de 1968; por lo que Haya de la Torre, interrogó ¿Quién moraliza a los moralizadores?, resultaron más ladrones que los anteriores; recordemos al admirable e insobornable ex parlamentario Héctor Vargas Haya, autor del libro “Contrabando”, se lee: “El 6 de marzo de 1968, en la Cámara de Diputados, a las 7 de la noche, en la primera hora de la sesión de aquel día, se denunció el masivo contrabando que se venía realizando por diversos puertos del litoral peruano” (pág. 55), perpetrado por oficiales de las Fuerzas Armadas; a fin, de no ser investigados, procesados y condenados, perpetraron el Golpe de Estado el 3 de octubre del mismo año, por la impunidad.
Luego, surgió el segundo moralizador Alberto Fujimori, terminó en la cárcel por homicida y corrupto; no obstante, expidió el Decreto Supremo N° 012-97-RE, ratificando la “Convención Interamericana contra la Corrupción”, en su Preámbulo, declara: “CONVENCIDOS de que la corrupción socava la legitimidad de las instituciones públicas, atenta contra la sociedad, el orden moral y la justicia, así como contra el desarrollo de los pueblos”; sin embargo, fue corrupto. Acto seguido, se irguieron como moralizadores Alejandro Toledo, dio la Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública; Ollanta Humala, su lema de campaña fue “la honestidad hace la diferencia”; Susana Villarán, prometió “no las voy a embarrar”; Pedro Pablo Kuczynski, cínicamente, se expresó mal de Keiko Fujimori: “hija de ladrón, también es ladrona” y de Verónica Mendoza, dijo “nunca en su perra vida a trabajado”; Pedro Castillo y Dina Boluarte, enarbolaron el slogan “no más pobres en un país rico”, en sus
cuestionadas gestiones, se hicieron ricos e incrementaron los pobres.
De los vladi videos, pasamos a los codinomes (apodos de los corruptos coimeados por empresas brasileras), delatados por Simoes Barata, por los cuales están investigados o enjuiciados o condenados: Alejandro Toledo, Ollanta Humala, Susana Villarán y Pedro Pablo Kuczynski. Continuó Jaime Villanueva, revelando a ex procuradores “anticorrupción” (José Ugaz), fiscales lavajato (Vela Barba y José Domingo Pérez), a periodista de IDL Reporteros (Gustavo Gorriti); manipuladores de la Fiscalía de la Nación para favorecer a clientes, cercar a políticos adversarios, brindar por muertes de rivales, etc.
Ahora, asistimos al espectáculo “chibolín” de Tráfico de Influencias a favor de empresarios de economías ilegales, beneficiados con resoluciones de juezas y fiscales, varias de ellas suspendidas en sus funciones de magistradas, con impedimento de salida del país, a cambio de decoraciones de hogar, fiestas de boato, viajes al extranjero y otras dádivas. La ciudadanía, no se salva porque, en vez de elegir a capaces elige a rapaces. Por una extraña maldición, la letra “c” capaces, se trastoca en “r” rapaces.