Por: Carlos Meneses

La crisis fronteriza entre EE.UU. y México alarma a toda Latinoamérica porque tenemos problemas semejantes en Perú con los venezolanos y también en Colombia y Ecuador con el tráfico de drogas.

Es evidente que las relaciones entre el gobierno mexicano y el del presidente electo, Donald Trump han llegado a un nivel peligroso por las posiciones asumidas de parte de sus respectivos gobernantes y que tienen que ver con el tránsito de personas, así como de drogas y los derechos arancelarios que correspondan.

La presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum ha dicho que no aceptará que Estados Unidos (EE.UU.) grave con aranceles mayores el ingreso de recursos producidos por ese país al territorio estadounidense y también la política de deportaciones masivas que Trump ha anunciado apenas ingrese a la Casa Blanca por las invasiones que se produjeron durante el régimen de Joe Biden.

Lo que quiere Trump no es solo impedir que ingresen más mexicanos a EE.UU. sino quiere desalojarlos para que regresen a su país y para eso está dispuesto a utilizar las fuerzas armadas. A su turno, los mexicanos dicen que las relaciones entre naciones deben regirse por un método de negociación que evite más fugas hacia los Estados Unidos de parte de desocupados o de gente que quiere percibir mejores ingresos económicos.

En todo caso, las relaciones entre ambos países son tensas y no hay perspectivas de solución a la vista. Trump no se cansa de luchar contra los invasores que por miles se concentran en las carreteras para llegar a Estados Unidos y de otro lado, los aranceles de todo lo que produzca México y que quiera vender en EE.UU. se elevan casi diariamente.