Inician limpieza de torrenteras en algunos distritos de Arequipa
Por Juan Palo R.
La Municipalidad Provincial de Arequipa y la distrital de José Luis Bustamante y Rivero han emprendido la limpieza de sus torrenteras. Sin embargo, el resto de las municipalidades no han reportado si están realizando estos trabajos, a pesar de que la temporada de lluvias ya comenzó.
Las precipitaciones en la ciudad de Arequipa suelen registrarse entre diciembre y marzo, y en varias ocasiones han provocado desbordes de torrenteras, dejando daños e inundaciones en viviendas. Este año podría no ser la excepción, ya que no se han tomado las precauciones necesarias.
Por el momento, las únicas municipalidades que han informado sobre las labores de limpieza de torrenteras son la Provincial de Arequipa y la distrital de José Luis Bustamante y Rivero.
En el Cercado de Arequipa, se realiza la limpieza de torrenteras como San Lázaro, Los Incas, Chullo y Venezuela, trabajos a cargo de personal de limpieza en coordinación con la Subgerencia de Defensa Civil de la Municipalidad Provincial de Arequipa.
Una de las zonas más críticas es Paucarpata, especialmente en la torrentera de Pozo Negro. En marzo pasado, esta causó serios daños en viviendas debido al ingreso de agua mezclada con lodo, piedras y basura que los propios pobladores arrojan de manera irresponsable en su cauce. Hasta ahora, no se ha informado si existe un plan concreto para su limpieza.
De otro lado, en los distritos de Mariano Melgar, Miraflores, Alto Selva Alegre, Cayma, Yanahuara, entre otros, también se registran desbordes durante la temporada de lluvias, aunque en menor proporción.
Paralelamente a la limpieza de torrenteras, las municipalidades, tanto provincial como distritales, tienen la responsabilidad de mantener en óptimas condiciones los sistemas de drenaje de sus jurisdicciones, fundamentales para mitigar los efectos de las lluvias.
El impacto de las torrenteras puede ser devastador debido a la fuerza con la que se desplazan. Tienen la capacidad de provocar inundaciones repentinas, arrasar viviendas, vehículos, e incluso poner en peligro la vida de las personas. Su velocidad y volumen los convierten en fenómenos particularmente peligrosos, que en muchas ocasiones ocurren sin previo aviso.