La música de Carazas

Por Willard Díaz

Mario Carazas Conde es un poeta tacneño que a partir de la publicación de sus primeros trabajos, 2007, en adelante, ha ido madurando una estética singular, que combina un lenguaje finamente articulado y una poética de alcances sociales e íntimos en verdad reveladores. Conversamos un momento sobre su obra.

Me sorprende saber que has estudiado Administración.

Porque en el colegio nos instruyen a ser muy prácticos. Como soy hijo de obreros, madre empleada doméstica, entonces yo me decía tengo que buscar algo rentable. Acuérdate que en los noventa el sueldo de los profesores estaba hasta el perno. Entonces uno buscaba algo sólido.

En la busca de ese algo sólido me di cuenta que no me apasionaba tanto la administración. Pero tuve una empresa, terminé Administración. Ahorita soy docente, profesor de preuniversitarios. Esto me da mucha libertad de escoger qué hora quiero enseñar, para dedicarme a lo mío que es la literatura, la creación.

No seguí Literatura porque acá no hay. No podía viajar a Arequipa. Tampoco quería la carrera de Educación en lenguaje, que sí hay acá en la universidad nacional, pero yo decía no: yo estoy interesante en escribir.

Y así empezaste.

Publico el año 2007 mi primer poemario. No lo iba a publicar, pero vi por ahí una convocatoria de la San Marcos, y salió como finalista.

Sin embargo, mi crecimiento, mi parte proteica viene de los 90, cuando me junté con los amigos de la generación, que tenemos mucho en común, en particular el tema de la dictadura. Era el más joven de ese grupo.

¿Quiénes eran?

Julio Castro, Grover Mayta, y amigos que no son de la poesía pero están interesados en otros campos, nos iniciamos alrededor del profesor Juan Carlos Valdivia Cano. Después algunos nos retiramos y sacamos una revista que se llamaba “La teta de Sofia”. Era un grupo con el que desarrollamos, no solo en lo literario, era, yo diría, pluricultural, o en todo caso más multifacético. Me interesa mucho la historia, la filosofía. Se llamó “La liga del ocio”.

Noto mucha musicalidad en tu poesía. En estos tiempos en que parece que la melodía poética fuera rapera, reguetonera, la tuya más bien parece una armonía del modernismo. ¿Cómo trabajas eso?

Cuando era chico oía mucha música norteamericana. Temas en inglés de la época. Y yo les ponía letra en español. Tengo cuadernos llenos con todos los temas de esos años: Hotel California, Polvo en el viento, etc. Me gustaban y les ponía letras. Probablemente mi letra era muy mala, pero lo que yo buscaba era el tono, el fraseo que coincida y se ajuste con los versos en inglés y esos con la melodía de la canción. Inconscientemente me estaba ejercitando.

Era lo que me ayudó en la literatura, una especie de tranquilidad a la que llegaba mediante ese ritmo, una especie de paz que desarrollé. Tal vez por ser muy hiperactivo, quien sabe, la escritura del poema es un momento en el cual logro cierta tranquilidad. Y eso ha hecho que no deje la poesía, como que es un milagro tranquilo, un milagro tranquilo de paz.

Aunque ahora las ediciones han aumentado gracias a las muchas facilidades técnicas, la producción literaria se ha vuelto cada vez más regional. Difícilmente un poeta de Tacna es conocido en Moquegua o en Arequipa y menos aún en Lima. ¿Tú lees literatura de poetas surperuanos?

Más que obras totales hay libros que me han gustado. Podía mencionar a Martín Zúñiga, aunque su estilo es diferente a lo que me agrada, me gusta su trabajo constante. Luego hay un poeta que está en Pamplona, Lima, que es puneño y me ha gustado su libro “La extensión de tu cuerpo”, por su estilo. En Tacna tenemos a Luis Chambilla que falleció hace siete años aproximadamente y sigue estando presente.

A los maestros nacionales o internacionales uno lo va conociendo por internet. Antes no podía conocer ni la tradición tacneña. Solo había las antologías tacneñas. Pero después ya uno conoce a Segundo Cansino, que es un referente importante en Tacna. A Livio Gómez. A Guido Fernández de Córdoba que es un poeta lúdico; fue mi amigo cuando él tenía 82 años y yo era un chiquito, porque era muy lúdico, era un niño cuando hablaba.

¿Cómo consideras la recepción de tus obras? ¿has tenido presentaciones fuera de Tacna?

La poesía sabemos que no vende, lo que da son contactos que tienes con los amigos de la poesía. He viajado a Ecuador, a Chile que está mucho más cerca, a Chañaral que queda por Santiago. Hay una especie de hermandad en la cual nos comunicamos. Creo que por ahí está la recepción, es en realidad entre amigos.

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